De acuerdo a la religión Católica, el Miércoles de Ceniza es un día santo cristiano de oración y ayuno, siendo considerado el primer día de Cuaresma de acuerdo a los calendarios litúrgicos católico y anglicano (correspondiente a las seis semanas de penitencia antes de la Pascua o el periodo de cuarenta días previo a la Semana Santa).
Es una celebración contenida en el Misal Romano, que consiste en imponer durante la Misa una marca de ceniza en forma de cruz en la frente de los fieles.
La palabra ceniza proviene del latín «cinis», que significa o representa el producto de la combustión de un elemento material por el fuego. Simbólicamente representa la muerte, la humildad y penitencia.
De acuerdo al Libro de Génesis contemplado en la Biblia la ceniza es considerada un signo de humildad, representando el origen y el fin del ser humano: «Dios formó al hombre con polvo de la tierra» (Gn 2,7); «hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho» (Gn 3,19).
Orígenes de la imposición de cenizas
La imposición o colocación de cenizas surgió en los primeros siglos del Cristianismo. En el siglo IV se determinó la duración de la Cuaresma en cuarenta días, comenzando seis semanas antes de la Pascua. Para efectuar el cálculo de la fecha de la Pascua se usaba el Computus (denominado el domingo de «cuadragésima»).
Ya en los siglos VI y VII se estableció el ayuno como práctica cuaresmal, destacando que desde los orígenes de la liturgia cristiana nunca se ayunó en domingo, por ser la celebración del día del Señor. Entonces se trasladó el comienzo de la Cuaresma al miércoles, previo al primer sábado del mes.
La Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos casi 400 años D.C. A partir del siglo XI, la Iglesia en Roma impuso las cenizas como signo penitencial y de conversión, ya usado desde el Antiguo Testamento.