De estrella de la NFL a suicidarse en prisión a los 27 años: la turbulenta vida de Aaron Hernández
El preocupante resultado de la autopsia de Aaron Hernández, el jugador de fútbol americano que mató a un amigo y se suicidó en prisión
Estrenada este miércoles, Killer Inside: The Mind of Aaron Hernandez («La mente de un asesino: Aaron Hernandez») explora la vida tumultuosa del joven que fue condenado a cadena perpetua por el asesinato de su amigo Odin Lloyd, también jugador de fútbol americano y novio de la hermana de la prometida de Hernandez, Shayanna Jenkins.
El cuerpo de Lloyd apareció tiroteado y abandonado en una zona inhóspita cerca de la casa de Hernandez la madrugada del 17 de junio de 2013.
Durante algo más de tres horas, la miniserie de tres episodios intenta descifrar y entender qué llevó a Hernandez a matar y verse envuelto en uno de los mayores escándalos que han salpicado el deporte de Estados Unidos.
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A través de distintas versiones y anécdotas de personas que lo conocieron -desde compañeros de equipo hasta policías, abogados y amigos de la adolescencia- y con acceso a llamadas que hizo desde la cárcel, Killer Inside intenta armar un rompecabezas de voces sobre los factores que podrían explicar el lado oscuro y la caída en desgracia de Hernandez.
En BBC Mundo realizaron un recuento de cinco de los momentos más impactantes que muestra la nueva serie.
-El supuesto conflicto con su sexualidad
Por su dureza física, el fútbol americano ha sido considerado por décadas como un deporte que ensalza la «masculinidad», por lo que opciones sexuales más allá de la heterosexual se consideran tabú.
Uno de los elementos que la serie rescata -y del que ya se había hablado tras el suicidio de Hernandez en 2017- es su supuesta sexualidad «fluida» y la forma en que trató de ocultarla para encajar en el modelo de «macho» que se esperaba de él.
Algunos de los señalamientos más controvertidos vienen de Dennis SanSoucie, quien fuera su compañero de equipo y amigo cercano en sus años de secundaria.
SanSoucie cuenta que en aquellos tiempos ambos «experimentaron» sexualmente, aunque luego señala que no se trató solo de curiosidad de adolescentes: «Continuamos porque probablemente lo disfrutamos», dice.
«Sí, estábamos en una relación en ese entonces, pero en ese momento, no lo ves así», agrega.
El amigo de Hernandez cuenta cómo a él también le costó aceptar su propia sexualidad y recuerda el temor que tenían los dos jóvenes ante la posible reacción de sus respectivos padres.
En la serie, el padre de SanSoucie acompaña a su hijo y le muestra su apoyo, si bien reconoce que hace años tenía problemas para aceptar la homosexualidad, algo que también era el caso del padre de Hernandez.
«Aaron estaba extremadamente aterrorizado de que su padre se enterara», recuerda SanSoucie.
Según plantea la serie, la incomodidad de Hernandez con sus inclinaciones sexuales se manifestaba en arrebatos de enojo e impulsos ocasionalmente violentos.
-Una relación traumática con su padre
El documental plantea que la relación de Aaron Hernandez con su padre, Dennis, no fue solo uno de los motivos que lo llevó a «esconder» su sexualidad sino que fue tan complicada que marcó el resto de su vida.
El padre, conocido en su vecindario de Bristol, en Connecticut, como «El Rey», era también jugador de fútbol americano y, según deja entrever la serie, fue a quien Aaron le tuvo mayor respeto durante su vida.
La serie relata que la relación entre ambos tuvo también su lado oscuro: algunos recuerdan los problemas del padre con el alcohol y su lado «violento».
En una llamada telefónica con Tanya Singleton, una prima a la que adoraba, Aaron le dice que la relación de su padre con su madre era destructiva.
Según explican algunos entrevistados, la vida de Aaron cambió cuando Dennis murió inesperadamente en 2006 mientras se sometía a una cirugía de hernia.
«Una vez que su padre falleció [Aaron] básicamente perdió la guía que lo mantuvo en curso», cuenta el sheriff a cargo de la cárcel de Bristol.
–Su inesperada confidente
El material más novedoso de la serie lo aportan las conversaciones telefónicas de Hernandez desde prisión, que en su mayoría corresponden al tiempo que pasó encarcelado a la espera del juicio por el asesinato de Odin Lloyd.
Las más difíciles son las que mantuvo el deportista con su madre, Terri, a la que en un momento llega a reprocharle que le arruinó la vida (usando palabras ofensivas) y a quien le dice que no puede confiar en ella, por más que le gustaría hacerlo.
«Te vas a morir sin ni siquiera conocer a tu hijo. Eso es lo más loco de todo», lamenta el joven.
En contraste con esta difícil relación con su madre surge la figura de Tanya Singleton, una prima que para Aaron era como una segunda madre y que lo apoyó incondicionalmente durante todo el proceso judicial.
En una de las llamadas, Hernandez le dice que no podría vivir sin ella.
Tal era la conexión entre ambos que Singleton, gravemente enferma de cáncer, se negó a testificar sobre un auto que podía implicar a Hernandez en otro caso de homicidio y tuvo que pasar varios meses en prisión por desacato.
Singleton murió en octubre de 2015 y Hernandez quedó devastado, como se desprende de una conversación posterior que mantuvo con su prometida, en la que ella le implora que no cometa ninguna locura e insiste en que siempre podrá contar con su apoyo.
– Un cerebro destruido
Una de las noticias que más conmoción causó tras el suicidio de Hernandez fue el hallazgo de que su cerebro presentaba un estado de encefalopatía traumática crónica (CTE, por sus siglas en inglés) similar al de alguien afectado por esa enfermedad degenerativa que tuviera 60 años de edad.
Los científicos estadounidenses lo consideran el caso más grave jamás registrado en alguien de su edad.
A través del testimonio de varias personas cercanas al deportista, el documental explora si esta puede haber sido una de las causas detrás de su comportamiento.
Un día después del suicidio, el abogado defensor de Hernandez, José Báez, apunta que la familia decidió donar su cerebro para su estudio a la Universidad de Boston.
Patrick Haggan, el asistente del fiscal de distrito, cuenta en la serie que tras el anuncio pensó que se trataba solo de «un truco publicitario de algún tipo».
Sin embargo, luego admite que «no podría haber estado más equivocado» cuando vio los resultados del CTE.
El documental muestra a Ann McKee, experta en neurología de la Universidad de Boston, cuando contó que Hernández tenía un deterioro inusualmente extenso en sus lóbulos frontales, que son críticos para el juicio y la toma de decisiones.
«Este sería el primer caso que hemos visto de ese tipo de daño en un individuo tan joven», dice la experta.
Mientras Jermaine Wiggins, quien conoció a Hernandez cuando jugaba en los Patriots, alega poco después que considera «una evasión» tratar de justificar el comportamiento de su compañero con la enfermedad cerebral.
«Hay muchos jugadores de fútbol americano y no se ven implicados en casos de asesinato», defiende.
-Las otras acusaciones
Hernandez fue condenado por el asesinato de Odin Lloyd, aunque nunca se esclareció el móvil.
No fue el único crimen del que se le acusó.
En julio de 2012, Daniel de Abreu y Safiro Furtado, dos inmigrantes de Cabo Verde, aparecieron muertos a tiros en un auto en Boston.
La policía no tenía ninguna pista para esclarecer el crimen, que parecía un acto totalmente azaroso.
Al analizar el rastro de las víctimas la noche de su muerte, apareció una grabación de un local nocturno en el que también estuvo Aaron Harnandez con Alexander Bradley, un hombre acusado de narcotráfico que se relacionaba con el deportista por aquella época.
Según el testimonio de Bradley, Hernandez se enfadó con los dos hombres porque uno de ellos derramó su bebida, sin intención, sobre él.
Bradley contó que el jugador estalló en un ataque de ira y que cuando posteriormente identificó a los dos hombres en el interior de un vehículo, se colocó a su lado con su auto y les disparó a quemarropa.
La declaración de Bradley, que también acusó a Hernandez de intentar matarlo a él, se produjo en el juicio por el asesinato de Lloyd como un recurso de la acusación para demostrar el carácter violento del jugador.
En febrero de 2017, cuando ya cumplía condena por el caso de Lloyd, Hernandez fue llevado a juicio por las muertes de De Abreu y Furtado.
En aquella ocasión contó con la defensa del popular abogado José Báez, que logró la absolución de Hernández precisamente gracias a su habilidad para desmontar los argumentos de Bradley.
Era el 14 de abril de 2017.
Cinco días después, Hernandez apareció colgado de una sábana en su celda y murió en el hospital.
«Intenté lo más duro que pude vivir una vida de sueño… pero no lo conseguí», le dice Hernández en una de sus llamadas a Ryan McDonnell, su asistente personal.
Y esa es la duda que sigue en el aire, cómo una joven estrella del fútbol americano, que lo tuvo todo al alcance de la mano, terminó como un asesino convicto y suicida.
Con información de la BBC