Por: Ana Dora
A finales del mes de noviembre 2018, un grupo de artesanos huastecos llegaron a la capital potosina con la intención de ofrecer los productos que se elaboran en su comunidad. Son familias del municipio de Tamazunchale, San Luis Potosí, que elaboran artesanías de ramas, raíces y demás materiales orgánicos.
Los artesanos no cuentan con apoyo del gobierno, ni son beneficiaros de los programas destinados a la promoción cultural.
Al llegar a la capital potosina se instalan en lotes baldíos, donde intentan sobrevivir al frío, la extorsión y la desigualdad, y todo por conservar la tradición de su pueblo. Se ven obligados a instalar temporalmente sus hogares y talleres en baldíos y bodegones de la ciudad. Con el riesgo de ser atacados por grupos armados que suelen extorsionar a los comerciantes, también corren el riesgo de ser «asaltados» por los famosos inspectores municipales que roban su mercancía con el pretexto de la falta de permisos del Ayuntamiento.
Queríamos publicar este reportaje desde el mes diciembre pero por protección a los artesanos decidimos sacarlo hasta hoy.
Dentro de las artesanías que ofrecen hay casitas o portales elaborados con madera de la región llamada aquiché, la cual, de acuerdo a uno de los artesanos es una madera muy ligera y práctica, días antes del viaje a San Luis juntan una gran cantidad y aquí fabrican los portales, los precios oscilan entre $100 a $180 pesos, dependiendo del tamaño y la dificultad.
También venden unas figurillas de conejos, renos y elefantes elaborados de una raíz de la huasteca llamada flor de Otate, muy tradicional en esa región, es un material parecido a la caña de 3 o 4 metros, también muy ligero que suelta una flor. Estas figurillas son fabricadas por las manos mágicas de los habitantes de Tamazunchale, familias completas se dedican a este oficio. Nos comenta el artesano que por allá, en la Huasteca es común la venta de las figuras, por lo que la competencia es mucha y el precio baja. Aquí en la capital los venden en $200 hasta $300 pesos, dependiendo el tamaño.
Con un bejuco conocido como Nido de Papan, elaboran figuras de venados, de un metro de altura, estos llaman la atención de la gente que transita por los puestos temporales, son realizados cuidadosamente, tejiendo las ramas y raíces hasta darle la forma de venado, los venden en un costo de $250 a $300 pesos. Algo que me sorprendió es que en la Tienda de Artesanías DIF, ofrecen la misma artesanía (el venado) pero a un costo de casi el doble.
El joven artesano que nos atendió, de nombre César, originario de Tamazunchale, aprendió el oficio por la enseñanza de su padre y abuelo, por cuestiones económicas él como muchos otros jóvenes huastecos ha tenido que cambiar su residencia, y ahora vive en Monterrey, Nuevo León, donde trabaja en una tienda departamental, tiene la ilusión de estudiar para ser algún día un Chef.
César, regresa a Tamazunchale sólo en el mes de noviembre, para ayudar a su padre a preparar la mercancía y viajar a la capital potosina.
Este grupo de artesanos lucha cada día por preservar una tradición, todos se regresan a su pueblo la tarde del 24 de diciembre, y es en la carretera donde le «cae» la nochebuena, es en el camión donde celebran la fiesta navideña.