
Oye ¿qué onda, qué te pasa? Me insistía y le dije que “nada en especial”. Que si acaso extraño un poco escribir mis artículos, pero igual me tranquiliza no meterme mucho en todo eso.
Bueno, agregué, me gustaría estar lejos y no ver noticieros ni periódicos ni redes sociales, o hasta como que quisiera despertar de una pesadilla de esas que te angustian y te sacan de onda después de una fuerte cena.
En verdad, no deja de ser triste lo de seguir confirmando que una tras otra se cumplen tantas advertencias de riesgos y feas perspectivas para México,… un país ya muy dolido por los malos gobiernos estos tres sexenios del siglo XXI, lo cual se ha visto también en muchos estados.
Veamos, pues, ciertos elementos a cuidar para que todo vaya lo mejor posible.
Entre los aspectos cruciales de estas coyunturas, destacan la corrupción y la lucha contra ella. Tanto don AMLO como yo hemos hablado de esto desde hace unos 15 años: es el principal problema de México y afecta muchas otras cosas, aunque todavía no coincidimos en la naturaleza de estos fenómenos ni en las vías más eficaces para enfrentarlos.
Sus enfoques de fe y moralización me parecen una de sus peores ingenuidades, y aún más la diferencia entre nuestros respectivos enfoques es que él ve relativamente sencillo “acabar con la corrupción”, mientras que a partir de mis experiencias y análisis siempre ha sostenido que resulta muy complejo afrontarla (por diversas vías) y que toma bastante tiempo e inteligencia reducirla en forma significativa. Aparte de que con terquedad se enquista y se defiende boca arriba, nunca se acaba del todo… más allá de los discursos falaces o voluntaristas.
El éxito —o el probable fracaso— en este esfuerzo prioritario, habrá de ser fundamental para todo lo demás, junto a una política económica adecuada que se centre a favor del crecimiento económico con diversos estímulos, con mayor productividad del capital y la mano de obra, con certidumbre jurídica y con inversión pública o privada. De ninguna manera se trata de que haya “un nuevo modelo económico anti-neoliberal”… diferente al de casi todo el mundo (excepto Venezuela y Corea del Norte).
En la política económica me parece que él habla de otra cosa y que sataniza lo de estos últimos 36 años (después de las debacles populistas de 1970-82) como si fuera algo orientado sólo a facilitar la corrupción. También nos preocupa a muchos que no le dé la debida importancia a la lucha contra la impunidad a fin de desincentivar la corrupción. De hecho, oigan, los incentivos y desincentivos vendrían a ser para AMLO la piedra filosofal de su inmortalidad.
Entre tantos factores a observar y cuidar a lo largo de los próximos meses, surgen también los relativos a la disminución significativa de la pobreza y la desigualdad con sus prioridades y acciones, o la aparente distinción entre moralidad y bondad con respecto a técnica y maldad.
Nuestro Presidente Constitucional se equivoca con cierta frecuencia y desafía o descalifica a quienes considera sus adversarios, lo cual lo ha expuesto a burlas hirientes y pésimos augurios que alcanzan a su débil equipo de colaboradores. Más allá de refranes o frases hechas, serán cruciales diversas áreas como la economía, la inversión, la educación, la corrupción, la seguridad, la infraestructura y la política exterior.
Un ejemplo de los riesgos externos es que, para el gobierno de México el caso de Venezuela puede resultar patético, ya que del error inicial al ser el único país que se apartó del Grupo de Lima (14 naciones que buscaban una salida digna a la crisis interna de ese país), se iba hacia una situación de aislamiento de la comunidad latinoamericana y de los naciones occidentales. Era absurdo aliarse con un puñado de países poco democráticos para apoyar un gobierno que muestra elementos de ilegitimidad, autoritarismo e irresponsabilidad y, además, se ve rechazado por la mayoría de la población.
A partir de la transformación histórica, económica y social que ha experimentado el mundo, no era progresista sino retrógrado eso de aliarse con gobiernos populistas o socialistas que podrían situarse mejor entre los años 50 y 70 del siglo pasado. Angela Merkel nos recuerda que en 1971 el 60 por ciento de los 3,800 millones de pobladores del mundo vivían en pobreza extrema, mientras que hoy somos 7,000 millones y sólo 10 por ciento se encuentra en pobreza extrema (la de México no se debe a políticas económicas “neoliberales”, sino a la corrupción y la política).
Al precipitarse los acontecimientos en aquel país con diversas reacciones internacionales, ojalá que sean oportunos los reajustes en esa política ingenua e ideológica, pues Maduro ya está tratando de provocar a Estados Unidos (el explosivo Trump) para fortalecerse en lo interno y lograr el apoyo de países como China y Rusia (el oportunista Putin). Ahora la posición de México tiende de nuevo a apoyar el difícil diálogo entre las partes y el acercamiento con organismos regionales. A ver…
En fin, queda para estos meses que despertemos de la horrible pesadilla. O bien, que la realidad y los buenos asesores le hagan ver a nuestro cuarto transformador que si se enterca con sus limitaciones y sesgos todo ello lo llevará a algo como la actual desgracia del chavismo y de Venezuela. ¡No nos puede fallar!
Si lo libra, en su primer año podría culpar de los problemas crecientes al desastre que heredó, e incluso apoyarse en los impactos positivos que el populismo autoritario suele tener en sus fases iniciales. Pero, ojo, al pasar el tiempo ya nada de eso le funcionaría, y tanto él como nuestro país se las verían muy duras.
Hay una gran confusión en medio de la polarización o radicalización de las diversas posturas, y ojalá todo eso no genere más división en la sociedad con riesgos de violencia. Resultaría peor porque así no se avanzaría en forma sostenida a pesar de la usual popularidad de los populistas…
Con sus vacíos de conocimiento y a pesar de su poderosa intuición, AMLO no puede tener tanta seguridad en sí mismo y está obligado a preguntar, verificar, escuchar y ajustar ciertas cosas.
* AHORA SÍ, AY NOS vemos aunque aún no he recibido respuesta de todos los medios que reproducen estas columnas desde hace tiempo.
Bien, digamos… Que el camino se ponga de pie para recibirlos, que el sol brille tibiamente sobre sus rostros, y hasta que nos volvamos a ver, que el Creador los tenga en la palma de su mano.
@cpgarcieral