En el corazón de México se encuentra Xochimilco, un lugar donde la historia se entrelaza con la belleza natural y la tradición arraigada. Fundada en 1352 por una de las tribus nahuatlacas provenientes de la legendaria Chicomostoc, Xochimilco, cuyo nombre significa «en la tierra sembrada de flores», es un tesoro de la cultura mexicana.
El legado de los xochimilcas se manifiesta en las chinampas, ingeniosas parcelas de tierra sobre raíces de ahuejotes, donde se cultivaban legumbres y flores. Estas estructuras, junto con los canales de agua que las rodeaban, dieron forma a la traza urbana de Xochimilco, reflejando la arquitectura ortogonal de la antigua Tenochtitlan.
A lo largo de los siglos, Xochimilco ha sido testigo de eventos históricos significativos. Desde la construcción de la Gran Calzada de Iztapalapa por los mexicas hasta su papel crucial en el abastecimiento de alimentos durante el virreinato español, este pintoresco rincón ha dejado una huella indeleble en la historia de México.
El siglo XX trajo consigo la exploración de su potencial turístico, con la construcción de embarcaderos y la reforestación del bosque de Nativitas. Hoy en día, los canales de Xochimilco son una atracción imperdible para visitantes de todo el mundo, ofreciendo un viaje encantador a través de la historia y la naturaleza.
La riqueza cultural de Xochimilco fue reconocida por la UNESCO en 1987, cuando fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad junto con el Centro Histórico de la Ciudad de México. Este título no solo honra su pasado, sino que también celebra su vibrante presente, donde las festividades y tradiciones locales siguen siendo parte integral de la vida cotidiana.
Entre las voces que han dejado su huella en Xochimilco se encuentran Juan Badiano, traductor del Catálogo de Hierbas Medicinales Mexicanas, y el renombrado pintor Francisco Goitia. Sus legados perduran en las calles y avenidas del pueblo, recordándonos la importancia de preservar nuestra historia y cultura.