La llegada del frío invernal, el aroma a ponche caliente en los hogares y la cálida sensación de un suéter de lana cobijando nuestra piel, marcan la llegada de las fiestas decembrinas en San Luis Potosí.
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Con el paso de los años y el rápido movimiento del mundo, nuestra sensibilidad se va perdiendo. Aquellas cosas que causaban una fascinación enorme en nosotros, como poner el arbolito o el nacimiento, parecen ahora simples rituales, ajenos de aquella antaña emoción que alguna vez transitó por nuestros corazones. El tiempo pasa, las cosas cambian, familiares se van y otros nuevos llegan. Todo cambia.
Sin embargo, en medio de esta transformación, la Navidad sigue siendo una época en la que los potosinos encuentran una razón para detenerse y reflexionar. Aunque las costumbres puedan parecer repetitivas, el acto de reunirse con los seres queridos, de compartir una cena, de encender una vela por la paz, tiene un significado más profundo que trasciende la rutina diaria.
Las calles de la ciudad se llenan de vida, las plazas se decoran con luces y en los hogares las familias celebran la vida y la unión. Esos breves instantes, en los que nos reunimos para celebrar lo que realmente importa: la salud, la familia, la amistad y la esperanza.
Así, en San Luis Potosí, como en tantas otras partes del mundo, la Navidad continúa siendo un recordatorio de que, aunque todo cambie, hay cosas que siempre permanecen.
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