En un estudio reciente publicado en Physical Review Applied, los científicos explicaron que la alta concentración de agua en las uvas permite que actúen como resonadores de microondas. Estos resonadores, al interactuar con los nanodiamantes, permiten detectar con mayor precisión campos magnéticos en aplicaciones cuánticas. El nanodiamante, al tener defectos microscópicos llamados centros de vacantes de nitrógeno (NV), actúa como un sensor extremadamente sensible. Cuando se expone a un campo magnético, los centros NV responden con un brillo rojo que se puede medir para determinar la intensidad del campo.
Sorprendentemente, cuando las uvas se colocan estratégicamente cerca de estos nanodiamantes, duplican la intensidad del campo magnético detectado. Este descubrimiento podría transformar el diseño de sensores cuánticos, que tradicionalmente usan materiales costosos como el zafiro. Además, las uvas tienen una ventaja: su tamaño y la alta permitividad dieléctrica del agua, que permite concentrar microondas en frecuencias específicas, como la de 2,87 GHz utilizada por los nanodiamantes.
Aunque este avance representa un paso hacia la miniaturización de sensores cuánticos, los investigadores ya exploran materiales con mayor estabilidad para reemplazar las uvas. Así, de un fenómeno viral a una herramienta científica, las uvas podrían tener un futuro brillante en la tecnología cuántica.