Un reciente estudio publicado en la revista Journal of the American Medical Association (JAMA) Pediatrics ha desatado controversia al sugerir que la exposición al flúor podría estar relacionada con una disminución en el coeficiente intelectual (CI) de los niños. Los hallazgos, que han captado la atención tanto del sector médico como de la industria de la higiene personal, afirman que niveles más altos de flúor en el agua potable y en productos de uso diario podrían impactar negativamente en el desarrollo cognitivo infantil.
El estudio, realizado por investigadores del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental (NIEHS), revisó 74 investigaciones previas sobre la relación entre la exposición al flúor y el CI de niños en países como Canadá, China e India. Los científicos llegaron a la conclusión de que existe una «confianza moderada» en que la exposición elevada al flúor podría estar vinculada con puntuaciones más bajas de CI. De acuerdo con los resultados, por cada miligramo adicional de fluoruro en el agua, el CI infantil podría disminuir en 1.63 puntos.
El flúor, que se encuentra de manera natural en el suelo, el agua y el aire, se ha utilizado ampliamente en la fluoración del agua potable y en productos como pasta de dientes y enjuagues bucales debido a su efectividad en la prevención de caries. Sin embargo, la investigación pone en duda la seguridad de los niveles de exposición comunes en muchos países, incluida Estados Unidos, donde aproximadamente dos tercios de la población está expuesta a agua fluorada.
A pesar de los hallazgos, organizaciones como el Instituto Nacional de Investigación Dental y Craneofacial defienden los beneficios del flúor en la salud dental, aclarando que los niveles utilizados en la fluoración del agua en EE. UU. son bajos y dentro de los límites recomendados por organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El estudio, que se publica en un contexto político sensible con la llegada al poder de Donald Trump y su elección de Robert F. Kennedy Jr. como posible secretario de Salud, ha reavivado el debate sobre los límites de seguridad para la exposición al flúor. Sin embargo, una crítica importante al estudio es que no aclara si los niveles bajos de flúor, por debajo de 1.5 mg/L, realmente constituyen un riesgo significativo para la salud cognitiva de los niños.
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