El 13 de octubre de 1972, el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya transportaba al equipo de rugby Old Christians Club hacia Chile cuando se estrelló en la cordillera de los Andes. De los 45 pasajeros, 29 sobrevivieron al impacto, pero quedaron atrapados en un infierno blanco que desafiaría los límites de la supervivencia. La historia de la tragedia de los Andes no solo conmovió al mundo sino que también llevó a los supervivientes a recurrir a lo impensable para mantenerse con vida: comer la carne de los compañeros fallecidos.
La impactante narrativa de los días que siguieron al accidente se ha inmortalizado en libros como «Tenía que sobrevivir» de Pablo Vierci y Roberto Canessa, uno de los sobrevivientes que lideró la búsqueda de ayuda. La historia también se ha plasmado en producciones cinematográficas como la película «¡Viven!» de 1993 y ahora, en el documental «Náufragos de los Andes», así como en la reciente película «La sociedad de la nieve» dirigida por Juan Antonio Bayona.
Roberto Canessa, estudiante de medicina en ese momento, se convirtió en un destacado cardiólogo infantil y protagonista clave en la búsqueda de ayuda. Otro expedicionario, Fernando Parrado, también emprendió la difícil tarea de encontrar socorro. Tras 10 días de caminata, encontraron al arriero Sergio Catalán. Antonio ‘Tintín’ Vizintín, otro valiente que partió en busca de ayuda, regresó al avión antes de encontrar a alguien.
Después de aquel fatídico episodio, los 16 supervivientes continuaron sus vidas, marcados por la experiencia de 72 días en los Andes. Algunos, como Javier Methol, fundador de la Fundación Viven, se convirtieron en referentes en sus respectivos campos. La tragedia dejó un legado imborrable, plasmado en libros como «Desde el silencio» de Eduardo Strauch y «Desde la cordillera del alma» de Carlos Páez.
A pesar del dolor y la pérdida, los Old Christians, cuyo partido de rugby nunca tuvo lugar en octubre de 1972, se reúnen anualmente con los chilenos Old Boys en la «Copa de la Amistad» para conmemorar el evento que los marcó de por vida.