
El jueves 26 inició como cualquier otro día para Teresa; atendió a su familia y se preparó para salir a trabajar como lo hacen miles de potosinos diariamente que no tienen la oportunidad de quedarse en casa y que viven día a día de su sueldo. Ella, siendo enfermera en el Hospital Central, sabe perfectamente que las próximas semanas serían de una labor intensa, pero como profesional, sabía que desempeñaría con todas sus fuerzas.
Salió de su sencilla casa de una de tantas colonias en la ciudad y se dirigió a su lugar de trabajo. Teresa fue una de las encargadas del tercer turno en el nosocomio en el área de urgencias Gineco-obstétricas, o sea, el turno nocturno. Esa noche, ingresó una paciente con trabajo de parto, pero, a diferencia de todos los demás que ha atendido, ella tenía síntomas de Covid-19.
La paciente informó a los doctores que tenía problemas respiratorios, tos, dolor de cuerpo, cefalea y que tuvo contacto con un familiar que acababa de regresar de Tijuana, con los mismos síntomas de coronavirus. Teresa, al tener el conocimiento que se debe seguir al encontrarse con un caso sospechoso, solicitó el material de seguridad necesario para darle a la chica la atención necesaria, esto es: cubrebocas N95, botas y gogles.
Para esto, los médicos informaron al subdirector médico del Hospital Central, Hiram Vázquez, la situación y el riesgo que sufrían las enfermeras y ellos mismos de ser contagiados de Covid-19. Sin embargo, poca atención e importancia les dio y ordenó que se le atendiera como a cualquier otro paciente.
Por el temor de ser infectadas, Teresa y sus otras dos compañeras enfermeras insistieron con que se les otorgara el equipo necesario, pero lo único que consiguieron fue un cubrebocas para las tres. Teresa se arriesgo, tomó lo poco que le dieron, y atendió a la joven, de la misma manera que lo había hecho durante todos sus años de arduo trabajo. Cuando acabó y entregó su turno, se percató que a sus compañeras de la siguiente ronda les entregaban el equipo que ella había pedido para atender el parto.
Después de eso, ella ya no supo nada más del caso, hasta la noche de ayer sábado, cuando le llamaron para informarle que la joven a la que atendió había dado positivo a Covid-19 y que ahora ella debería permanecer en aislamiento por 14 días, pues corría el riesgo de estar infectada.
Desde su aislamiento, Teresa expresa su temor a la enfermedad y suplica que se tomen medidas para que doten de los insumos de protección al personal médico porque en ellos les va la vida. Además del miedo que tiene por haber contagiado a su hijo y a su esposo, quien es hipertenso y diabético, vive frustrada porque, pese a que siguió el protocolo indicado, el Hospital no quiso dotarla de todo lo necesario para resguardo, ni a ella, ni a los médicos.
La mañana de este domingo, la cifra de personas contagiadas por coronavirus en San Luis Potosí pasó de 19 a 25. El último caso confirmado fue el de un paciente femenino de 25 a 44 años residente de San Luis Potosí, está en investigación su clasificación, tuvo contacto con 41 personas, 15 personas de salud, 26 domiciliarios y 4 sintomáticos. Entre las 15 de personal de salud está Teresa, quien se mantiene recluida en su casa, todo porque el Hospital Central se negó a darles el equipo básico de atención a un paciente sospechoso de Covid-19.
Video de Agencia de Noticias San Luis Potosí