El papa Francisco atacó a una sociedad “enferma de consumo“, que está “devorando la naturaleza“, “ansiosa por la última aplicación“, pero que no conoce el nombre del vecino y aún menos distingue un árbol de otro.
Francisco comenzó su discurso explicando que “la pandemia también lo ha demostrado: la salud humana no puede separarse de la del entorno en el que vive”.
Señaló que es “evidente que el cambio climático no solo altera el equilibrio de la naturaleza, sino que provoca pobreza y hambre, afecta a los más vulnerables y, en ocasiones, los obliga a abandonar sus tierras”
Pidió “una voluntad real para abordar las causas fundamentales de los actuales trastornos climáticos” pues “los compromisos genéricos no son suficientes y uno no puede solo mirar el consentimiento inmediato de sus electores”
“Es necesario mirar lejos, de lo contrario la historia no perdonará. Necesitamos trabajar hoy para el mañana de todos. Los jóvenes y los pobres nos pedirán cuentas”, destacó.
Francisco citó “dos palabras clave de la ecología integral: contemplación y compasión”.
Sobre la contemplación, afirmó que “la naturaleza que nos rodea ya no es admirada, sino devorada”.
Criticó: “Nos hemos vuelto voraces, dependientes de las ganancias y los resultados ahora y a toda costa. La mirada a la realidad es cada vez más rápida, distraída, superficial, mientras en poco tiempo se queman las noticias y los bosques”.
“Enfermos del consumo, estamos ansiosos por la última aplicación, pero ya no sabemos los nombres de los vecinos, y aún menos distinguir un árbol de otro”, continuó.
Afirmó que era necesario volver a encontrar el silencio “para que el corazón no se enferme” y por ello pidió “liberarse de la prisión del teléfono móvil y mirar a los ojos a los que nos rodean y de la creación que nos ha sido entregada”.
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