
Las voces las oigo pasar presurosas detrás del portón, el sonido se pierde en unos segundos; la gente parece tener prisa. Por el orificio que deja entrar la mano para deshacerse del seguro del candado que guarda la casa, alcanzo a ver como la gente camina con velocidad, voltea desconfiadamente como si fueran perseguidos, acechados por alguien.
No saben que en la suela guardan rastros del asesino que los persigue. Echo una mirada por el orificio y su imagen parece un murmullo, son como fantasmas desconocidos que no les interesa entrar a casa, sino llegar a la suya propia.