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[VIDEO] Reportaje Especial: Los rostros del Silencio; una mirada a la Cofradía del Carmen

* A través del camino del dolor y la penitencia, comparten el sufrimiento de María al caminar con Jesús su muerte y crucifixión

Jesús fue condenado a morir en la cruz. El llamado mesías de la humanidad tendrá que atravesar un largo camino para llegar al lugar donde su último sacrificio dará luz y esperanza al mundo entero. Pero María, su madre, la mujer que estuvo incondicionalmente para que todo este plan divino pudiera llevarse a cabo debe acompañar a su hijo. Ella decide hacerlo en silencio, caminar en silencio, llorar en silencio, sufrir el dolor más grande en silencio.

Ante un acto tan profundo como este, los fieles católicos no pueden ser indiferentes y, en un acto de suma empatía y honor, deciden acompañar a María en su dolor. Es de esta forma que nace la tradición de lo que hoy conocemos como La Procesión del Silencio. En San Luis Potosí, este ritual se ha convertido en el segundo más importante del mundo, pero las tradiciones las hacen las personas, al pasar de los años y dejándolas a las nuevas generaciones.

El templo de Nuestra Señora del Carmen es una pieza de grandísima importancia para la realización de esta tradición, pues es de este lugar de donde las cofradías salen para acompañar a maría en el camino de perder a su hijo en la cruz. El Carmen es hogar de su propia cofradía, un grupo de personas que está a cargo actualmente de la figura de Jesús Muere en la Cruz.

Entre los cofrades existen muchas motivaciones para realizar la Procesión del Silencio, sin embargo, a todos los mueve un mismo objetivo: acompañar a María en su dolor en la pasión y muerte de Jesús. Mismo que llevan con sumo respeto y dignidad, pues ser parte de esta cofradía exige una espiritualidad muy fuerte, como lo expresa Edgar Armendáriz, presidente de la Cofradía del Carmen.

Edgar explica que los símbolos de la cofradía son extremadamente marianos, pues, guiados por los propios monjes de la Orden del Carmelita, les han compartido el color marrón de las túnicas, que significa la sangre que Jesús derramó por toda la humanidad, así como el velo o capucha blanca, que simboliza la pureza de María, pilar de la orden y de la cofradía.

Entre las motivaciones personales que impulsan a las personas a pertenecer a una cofradía destacan el pago de una manda y la devoción a Cristo. Sin embargo, existen personas que han sentido un poderoso llamado para tener el privilegio de acompañar a María en su dolor. Así lo expresan Montse Gaytán, quien es la coordinadora de los monaguillos que participan en la Procesión del Silencio, y Mario Banda, Integrante de  la cofradía.

En el caso de Montse, ella recuerda haber sido espectadora de la Procesión del Silencio a sus seis años, edad en la que asegura haber quedado enamorada de esta tradición potosina y de la que sintió el llamado; por lo que se preparó y ahora no sólo pertenece a la cofradía, sino que es una parte fundamental de la misma. De una forma similar le sucedió a Mario, quien participó por primera vez en la procesión a sus seis años, desde esa edad ha caminado año con año, portando el orgullo de pertenecer a la Cofradía del Carmen.

Aseguran que pertenecer a una Cofradía no se trata de estatus por salir en televisión ni por esperar algo similar a un sueldo, sino de servir con devoción y entrega a Cristo. Incluso los niños lo tienen claro, pues recalcan convencidos de que esta es una tradición que empatiza con el sufrimiento de la Virgen María, a la que están dispuestos a acompañar, compartiendo su dolor; mismo que se hace físico, pues explican que este es un camino de penitencia; duro, extenuante y kilométrico.

Al terminar, los brazos tiemblan y el cuerpo comienza a desfallecer, pero es aquí cuando de verdad sienten haber compartido el dolor de María y esperan que su sacrificio pueda ayudarla a completar este camino, lleno de espinas y sufrimiento que es la crucifixión de Jesús.

Con alrededor de 220 integrantes, la Cofradía del Carmen mantiene hasta nuestros días la tradición más viva que nunca, pues las generaciones más jóvenes han contestado el llamado para unirse a esta práctica. Es por esta razón, que descartan por completo la idea de que pueda estar en peligro la Procesión del Silencio, demostrando que siempre habrá personas que den el «sí» a la tarea divina que se les ha encomendado.

La Procesión del Silencio es más que un desfile, se trata del máximo acto de solidaridad que alguien puede tener con una persona que está sufriendo. Esta tradición nos invita a reflexionar acerca del dolor de María, de la agonía de Jesús y del regalo de la salvación que, a través de este sacrificio, se otorgó al mundo entero.

Reportaje especial: Noé Rivera y Alejandro Quintana

Texto: Pedro Soria

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