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Ritmos pegajosos: Canciones que nos obligan a bailar

*Comprender por qué ciertas canciones nos "obligan" a bailar tiene implicaciones más allá de la mera curiosidad científica.

Es inevitable. Escuchamos esa canción en la radio, en el coche o en la discoteca y, casi sin darnos cuenta, empezamos a bailar. Ese impulso irresistible de movernos al ritmo de ciertas canciones, conocido como «groove», ha sido un fenómeno conocido para muchos, pero los motivos detrás de esta reacción no siempre han sido claros.

Recientes investigaciones han comenzado a desentrañar los mecanismos que subyacen a esa sensación rítmica que nos empuja a movernos. El secreto, sugieren los estudios, radica en la estructura rítmica de la música, concretamente en el grado de síncopa. La síncopa se refiere a patrones rítmicos donde los acentos ocurren en momentos inesperados, haciendo que el ritmo sea menos predecible y rompiendo la regularidad del ritmo.

Un estudio reciente, dirigido por el neurocientífico cognitivo Benjamin Morillon de la Universidad de Aix-Marsella (Francia), ha revelado que un nivel medio de síncopa es el más efectivo para desencadenar el deseo de bailar. Los resultados se han publicado en la revista Science Advances. Para llegar a estas conclusiones, los investigadores realizaron una serie de experimentos con más de 60 participantes. Expusieron a los voluntarios a 12 melodías diferentes con variaciones en el grado de síncopa.

Los resultados mostraron que los participantes sintieron mayor necesidad de moverse con melodías que tenían un nivel medio de síncopa, en comparación con aquellas que eran demasiado predecibles o demasiado caóticas. Los expertos han determinado que ni un ritmo completamente regular ni uno excesivamente complejo provocan el mismo deseo de bailar, sino un grado de ‘previsibilidad rítmica’ moderada.

Para comprender mejor cómo el cerebro convierte la música en movimiento, Morillon y su equipo midieron la actividad cerebral de 29 personas utilizando magnetoencefalografía mientras escuchaban música. Descubrieron que la corteza auditiva del cerebro sigue principalmente el ritmo de la melodía, mientras que la vía auditiva dorsal, que conecta la corteza auditiva con las áreas de movimiento, se alinea con el ritmo básico.

Comprender por qué ciertas canciones nos «obligan» a bailar tiene implicaciones más allá de la mera curiosidad científica. Los hallazgos podrían influir en la terapia musical y en el tratamiento de trastornos del movimiento, como el Parkinson.

 

Seguiremos informando.

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