
Tamuín, S.L.P. — Mientras el alcalde Marcelino Bautista Rincón presume en redes su “compromiso” con las tradiciones, los habitantes de Antiguo Tamuín claman por lo básico: agua. Y no es metáfora ni exageración. Algunas comunidades llevan hasta siete meses sin una sola gota del vital líquido en sus hogares. Ni pipas, ni apoyos, ni gestiones visibles. Solo el silencio seco de un gobierno municipal más preocupado por su imagen que por las necesidades reales del pueblo.
La indignación se desbordó —aunque irónicamente, sin agua— durante la tradicional Diablada de Semana Santa. Entre diablos, máscaras y música, uno destacó con una cartulina que decía:
“Señor Presidente, queremos agua… Antiguo Tamuín, Semana Santa 2025.”
Ese mensaje sencillo lo dijo todo. Porque detrás de la fiesta, lo que hay es un pueblo olvidado, con calles intransitables, accesos llenos de cráteres y un servicio básico que brilla por su ausencia.
Sí, la sequía ha golpeado a todo el estado, pero otros municipios han buscado la forma de responder. Tamuín no. Aquí, el ayuntamiento se esconde detrás del estiaje para justificar su falta de acción.
Durante la Judea, muchas personas dañaron sus vehículos intentando llegar a Antiguo Tamuín. Las carreteras parecían campos minados: hoyos profundos, sin señalización, sin mantenimiento. ¿Así se apoya a una comunidad que sostiene una de las tradiciones más importantes del municipio? expresaron algunos de los asistentes al emblemático evento.
Tamuín no necesita más selfies de políticos en eventos populares. Necesita agua, caminos dignos y voluntad política. Porque gobernar no es posar, es resolver.
Seguiremos informando.