De acuerdo con el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), un tsunami, término japonés que significa “ola de puerto”, es un fenómeno natural que consiste en una serie de olas oceánicas de gran magnitud y potencial destructivo. Estos se generan por eventos como terremotos submarinos, erupciones volcánicas, deslizamientos submarinos o incluso explosiones nucleares, que provocan un desplazamiento masivo de agua.
Los tsunamis se clasifican en tres tipos según la distancia entre su lugar de origen y la costa afectada. Los tsunamis locales impactan cerca de su zona de generación; los tsunamis regionales afectan costas a menos de 1,000 km o pocas horas de viaje desde su origen, y los tsunamis lejanos (o transpacíficos) recorren distancias mayores, usualmente a más de 1,000 km. Para que un sismo genere un tsunami, debe originarse bajo el lecho marino a menos de 60 km de profundidad o en zonas de interacción de placas tectónicas.
Aunque los tsunamis en aguas profundas suelen ser indetectables debido a su baja altura y gran longitud, al llegar a la costa pueden causar inundaciones, destrucción de infraestructuras y pérdidas humanas. Sus efectos incluyen daños primarios, como inundaciones y rompimiento de muelles; secundarios, como incendios y derrumbes, y de índole social, como decesos y desplazamientos. La prevención y educación sobre este fenómeno es esencial para minimizar riesgos en comunidades costeras.