En el corazón del Valle de Toluca, especialmente en Calimaya, se encuentra una joya culinaria que sigue cautivando a los paladares: el tecuí, una bebida alcohólica tradicional con un profundo significado cultural. Su nombre, que proviene del náhuatl «tekuini» y significa «latir el corazón» o «palpitar», sugiere que esta bebida no solo calienta el cuerpo, sino también el alma, lo que la convierte en una opción popular durante las celebraciones navideñas.
El tecuí, que comparte similitudes con el ponche, se prepara en una olla de barro mexicana, utilizando una rica mezcla de ingredientes que varían según las familias. Los elementos más comunes incluyen azúcar, almendra, cacahuate, guayaba, naranja, pasas, piña y tejocote, contribuyendo a su sabor distintivo y acogedor.
A pesar de sus posibles orígenes prehispánicos, no hay referencias escritas acerca del tecuí en épocas antiguas. Sin embargo, su variante contemporánea se ha enriquecido con ingredientes traídos del Viejo Mundo, como la caña de azúcar y las frutas cítricas. La tradición del tecuí ha perdurado a lo largo de las generaciones, como lo ejemplifica Maribel Vargas, quien ha mantenido viva esta costumbre durante casi 80 años, manifestando: «Ya somos la cuarta generación que lo elaboramos. Es una bebida artesanal y natural, cada quien le pone su sazón; pero la receta tradicional es esta».
La preparación del tecuí es casi un ritual. Comienza con el caramelo de azúcar, seguido de la adición de jugo de frutas frescas. Luego, se incorpora una variedad de frutas y frutos secos martajados, todo cocinado a fuego lento para amalgamar los sabores. Finalmente, se apaga el fuego y se añade alcohol puro, sirviéndose caliente para ese abrazo reconfortante en cada sorbo.
Más que una simple bebida, el tecuí encapsula la riqueza cultural y la herencia gastronómica del Valle de Toluca. Este diciembre, no dejes pasar la oportunidad de experimentar su calidez y sabor; el tecuí te espera para envolverte en la magia navideña.