La Fundación del Centro Tecnológico del Mar (CETMAR) define la marea negra como la masa oleosa que surge tras un derrame de hidrocarburos en el medio marino. Este fenómeno representa una de las formas más graves de contaminación ambiental, con consecuencias devastadoras para los ecosistemas marinos y costeros.
Cuando ocurre una marea negra, los efectos no solo afectan el hábitat de numerosas especies marinas, sino que también se extienden hacia costas y playas, destruyendo la vida o alterándola de manera severa. Además, este tipo de desastres conlleva altos costos económicos debido a las labores de limpieza, regeneración y depuración de las áreas afectadas.
Principales impactos ambientales de las mareas negras:
– Contaminación de playas y costas: El hidrocarburo es arrastrado por las olas hacia afloramientos rocosos y zonas intermareales, donde puede acumularse entre las rocas y causar daños persistentes.
– Afectación de aves y mamíferos: El crudo impregna sus plumas y piel, alterando su aislamiento térmico y capacidad de flotación, lo que a menudo deriva en su muerte.
– Efectos prolongados en ecosistemas fríos: En mares fríos o con petróleo refinado, los impactos pueden durar de dos a tres veces más tiempo, aunque algunas especies logran recuperarse en unos tres años.
– Interrupción de la fotosíntesis: La película de petróleo en la superficie bloquea el paso de la luz, afectando las algas fitoplanctónicas y plantas acuáticas esenciales para la cadena alimentaria.
– Carencia de oxígeno y flotabilidad: La película de hidrocarburo en el agua dificulta la oxigenación y afecta gravemente a las especies marinas.
Las mareas negras constituyen una amenaza grave no solo para la biodiversidad marina, sino también para la pesca y la acuicultura, impactando a comunidades humanas y económicas dependientes del mar.
