La disociación es un fenómeno psicológico que involucra una desconexión o separación de la conciencia de una persona respecto a su entorno, sus pensamientos, sus emociones o incluso su identidad.
Este mecanismo de defensa es una respuesta natural del cerebro ante situaciones de estrés extremo, trauma o situaciones abrumadoras, y, aunque ocasionalmente es una respuesta adaptativa, cuando es frecuente o severa, puede convertirse en un trastorno psicológico que requiere atención.
¿Qué es?
En términos simples, la disociación implica una desconexión de la realidad tal que la persona no se siente completamente presente en su propio cuerpo, en sus pensamientos o en sus emociones.
Este fenómeno puede variar en intensidad y duración, desde una breve desconexión o «despiste» hasta episodios más graves en los que la persona siente que se encuentra fuera de sí misma o que está observando su vida desde una perspectiva externa.
Existen varios tipos, algunos de los más comunes incluyen:
- Despersonalización: Es la sensación de estar separado de uno mismo, como si uno fuera un observador de su propio cuerpo o pensamientos.
- Desrealización: La percepción del entorno cambia y se siente irreal o distorsionada, como si el mundo exterior fuera un sueño o una película.
- Amnesia disociativa: Es la incapacidad de recordar eventos importantes, generalmente relacionados con experiencias traumáticas, que no pueden ser explicadas por un olvido ordinario.
Causas
La disociación generalmente se desencadena como un mecanismo de defensa ante situaciones abrumadoras o traumáticas, cuando la mente intenta protegerse de experiencias demasiado dolorosas o difíciles de procesar. Los eventos traumáticos, como el abuso infantil, accidentes graves, desastres naturales, o incluso la violencia, son causas comunes de disociación.
Además, la disociación también puede ser provocada por el estrés extremo, la fatiga emocional o problemas de salud mental, como el trastorno de estrés postraumático o trastornos de ansiedad. En algunos casos, la disociación puede aparecer como una reacción temporal frente a situaciones intensas de la vida cotidiana, como una pelea o un shock emocional.
Como sobrellevarla
Si bien la disociación es una respuesta natural del cerebro ante el estrés o el trauma, cuando se experimenta de forma frecuente o en episodios prolongados, puede ser debilitante y afectar la vida cotidiana. Afortunadamente, existen enfoques terapéuticos y estrategias que pueden ayudar a manejar y reducir la disociación.
- Terapia psicológica: La terapia cognitivo-conductual (TCC) y la terapia centrada en el trauma son enfoques comunes que ayudan a las personas a procesar el trauma subyacente que puede estar causando la disociación.
- Atención plena: La práctica de mindfulness puede ser una herramienta poderosa para aquellos que experimentan disociación.
- Apoyo emocional: Hablar sobre las experiencias traumáticas con un terapeuta, o incluso con amigos y familiares de confianza, es un paso importante en el proceso de sanación. El apoyo emocional puede ayudar a la persona a sentirse validada y comprendida, lo que es crucial para el proceso de recuperación.
- Evitar el consumo de sustancias: El uso de drogas o alcohol puede aumentar la probabilidad de experimentar episodios de disociación o hacer que los síntomas empeoren.
La disociación, aunque es una respuesta natural ante el estrés o el trauma, puede convertirse en un desafío significativo para quienes la experimentan con frecuencia. Reconocer la disociación como un mecanismo de defensa y buscar apoyo adecuado es esencial para afrontar este fenómeno.
Estefanía López Paulín
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