Definida como la Organización Mundial de la Salud como un impulso sexual excesivo, la hipersexualidad se ha convertido en un tema de creciente preocupación para la salud mental contemporánea, incluso se llega a considerar como un trastorno y es conocido coloquialmente como «adicción al sexo».
La hipersexualidad afecta tanto a hombres como a mujeres y puede tener consecuencias negativas en diversas áreas de la vida, incluyendo lo social, emocional y físico. A medida que las personas se obsesionan con la cantidad de encuentros sexuales, pueden llegar a perder el disfrute del sexo mismo.
Las señales que pueden indicar la presencia de hipersexualidad incluyen dedicar tiempo excesivo a fantasías sexuales, experimentar sentimientos de culpa o ansiedad tras los encuentros sexuales y mentir sobre el tiempo dedicado a estas actividades.
Para aquellos que sospechan que pueden estar lidiando con este trastorno, es fundamental buscar ayuda profesional. Los tratamientos disponibles incluyen terapia psicológica y grupos de apoyo, donde se trabaja para reeducar las conductas sexuales y romper con mitos culturales que rodean la sexualidad.
La OMS ha clasificado oficialmente el comportamiento sexual compulsivo como un desorden de salud mental, lo que subraya la necesidad de un enfoque serio hacia su diagnóstico y tratamiento. A pesar de que aún hay debate sobre su inclusión en manuales diagnósticos como el DSM-5, el reconocimiento por parte de la OMS es un paso significativo hacia la comprensión y tratamiento de esta condición.
