En los últimos años, la búsqueda del placer o la diversión en pareja ha llevado a algunos individuos a explora prácticas sexuales que, aunque pueden resultar intensas y gratificantes en el momento, pueden acarrear serias consecuencias para la salud física y mental. Una de ellas es el chemsex, pero ¿En qué consiste?
El chemsex combina el uso de sustancias psicoactivas con actividades sexuales para maximizar las sensaciones y prolongar la experiencia. El término que une «químicos» y «sexo» ha tenido un marcado aumento entre la comunidad LGBTIQ+, pero la práctica se puede aplicar a cualquier pareja.
Normalmente, se utilizan metanfetaminas y cocaína, así como sustancias GHB y ketamina, las cuales buscan mayor liberación de inhibiciones y una intensificación de la experiencia sexual para la pareja. Aunque lo malo de esta situación son los cambios o efectos secundarios que conlleva utilizar estas drogas o sustancias.
Fatiga, somnolencia, falta de energía y un notable cambio físico son algunos de los síntomas que arrojan las personas que practican constantemente el chemsex, o al menos, son los estragos que les dejan a aquellos que lo han practicado en los últimos 12 meses según el estudio HomoSalud202 en España.
A nivel psicológico, las consecuencias también son preocupantes ya que hay un alto porcentaje de personas que representan tristeza, apatía y mucha irritabilidad. Además, el chemsex está asociado con altos niveles de riesgo, incluido el peligro de sobredosis, enfermedades de transmisión sexual y otros problemas de salud graves como desnutrición y deshidratación.