
A lo largo de la historia, las narrativas sobre apariciones espectrales y fenómenos paranormales han cautivado la imaginación humana. Desde sociedades de investigación psíquica hasta cazafantasmas modernos, la búsqueda de evidencia concreta de los fantasmas ha sido constante. Sin embargo, a pesar de los relatos y creencias, la ciencia aún se encuentra escéptica respecto a la existencia de estos seres del más allá.
La Sociedad de Investigación Psíquica, fundada en Inglaterra a fines del siglo XIX, fue pionera en la investigación paranormal. Sin embargo, incluso con miembros de prestigiosas universidades involucrados, ninguna evidencia concluyente emergió de sus esfuerzos. La razón detrás de esta falta de pruebas radica en la falta de consenso sobre qué constituye un fantasma. ¿Son entidades inmateriales o tienen la capacidad de interactuar con el mundo físico?
Investigadores como Dennis y Michele Waskul han explorado testimonios de supuestas experiencias con fantasmas. Su conclusión es que incluso los testigos directos tienen dificultades para afirmar con certeza la naturaleza de lo que han presenciado. Las experiencias son variadas y a menudo inexplicables, pero no ofrecen una explicación científica sólida.
Algunos sugieren que los fantasmas podrían ser energía residual, transformada tras la muerte según la primera Ley de la Termodinámica. Sin embargo, esta teoría choca con la realidad de que la energía liberada por los cuerpos humanos tras la muerte se disipa como calor durante los procesos de descomposición.
En 1894, la Sociedad para la Investigación Psíquica (SPR) emprendió uno de los estudios más grandes sobre fenómenos paranormales. Su «Censo de Alucinaciones» encuestó a más de 17,000 personas en Reino Unido, EE. UU. y Europa, buscando comprender las visitas inexplicables que parecían prever la muerte. Los resultados, que mostraron que una de cada 43 personas encuestadas había tenido tales experiencias, intrigaron al mundo, aunque la validez científica seguía siendo cuestionada.
Muchos de estos relatos, recopilados por la SPR, se asemejan a experiencias hipnagógicas: alucinaciones que ocurren en los límites del sueño. Estudios han sugerido que las presencias fantasmales están vinculadas especialmente con la parálisis del sueño, una experiencia compartida por al menos el 7% de los adultos. En la parálisis del sueño, los músculos permanecen inmovilizados mientras la mente está despierta, y más del 50% de las personas con esta condición informan sentir una presencia.
Expertos explican que nuestro cerebro crea estas sensaciones cuando nuestra percepción de la sincronización se ve alterada. Similar a cómo un robot que toca ligeramente fuera de sincronización puede hacer que sintamos la presencia de otro, nuestras mentes pueden interpretar esta falta de sincronización en la parálisis del sueño como una presencia fantasmal. Nuestro cerebro, al estar privado de las señales sensoriales habituales, puede inducir alucinaciones y hacer que sintamos la presencia de algo más, cuando en realidad somos nosotros mismos.
Este fenómeno plantea interrogantes sobre las experiencias paranormales y la naturaleza de la conciencia humana. ¿Son estas presencias fantasmales reales, o simplemente creaciones de nuestra mente cuando se enfrenta a lo desconocido? A medida que la ciencia explora estas fronteras de la percepción, el misterio de las presencias fantasmales sigue desafiando nuestra comprensión del mundo que nos rodea.
A pesar de la falta de pruebas científicas concluyentes, figuras ilustres como William Crookes, Charles Richet y Alfred Russel Wallace han creído en la existencia de fantasmas. Sin embargo, hasta que la ciencia pueda proporcionar una explicación concreta y verificable, el misterio de los fantasmas seguirá desafiando nuestro entendimiento y suscitando preguntas sobre lo desconocido.
Seguiremos informando.