Soñar que caemos al vacío es algo tan habitual que se dice que, al menos el 95 % de la población, lo ha experimentado alguna vez. Nos crea una ansiedad súbita y, en ocasiones, hace que despertemos de improviso. Son varios los factores que lo pueden provocar, como el consumo excesivo de cafeína o el estrés físico y emocional.
Esta sensación recibe el nombre de mioclonía hípnica y está categorizada como un trastorno de transición entre el sueño y la vigilia. Se trata de una sacudida del músculo o grupo de músculos muy común, que puede ocurrir en cualquier individuo sano.
Intenta relacionar cómo era tu estado personal y emocional cada vez que has experimentado este fenómeno. Se cree que soñar que caemos al vacío está relacionado con el estrés y la ansiedad.
Sometemos a nuestro cerebro a una gran actividad, el cortisol acelera nuestras funciones básicas, la preocupación aumenta, las ondas cerebrales van al máximo de sus límites. Sin embargo, cuando nos acostamos nuestro cuerpo se relaja, pero el cerebro sigue demasiado activo, mucho más de lo normal.
Es entonces cuando se produce una nueva descompensación: la alta actividad cerebral más un cuerpo relajado, ocasiona una sensación de caída que se traduce en este tipo de sueños y que, a los pocos instantes, nos obliga a despertar alarmados.
También puede deberse al uso de algunos medicamentos. Se han reportado casos de espasmos hipnóticos con el uso de algunos fármacos antidepresivos inhibidores de serotonina como el escitalopram.