El cine de terror, con sus giros inesperados y atmósferas escalofriantes, puede ser emocionante para los adultos, pero para los niños, estas experiencias pueden ser profundamente perturbadoras. Desde un punto de vista psicológico, hay varias razones por las que es aconsejable que los niños eviten las películas de terror
En columnas anteriores hablamos acerca de la tendencia de nuestra especie por exponerse y provocarse miedo, sin embargo, esto si tiene un impacto en nuestra estabilidad mental, ¿cuántas veces tuviste pesadillas después de ver una película de terror? Ahora imagina que difícil podría ser procesar esas imágenes para un infante.
Los niños están en una etapa crucial de desarrollo emocional y cognitivo. Durante la niñez, no tienen la madurez necesaria para distinguir entre la ficción y la realidad. Las imágenes y situaciones aterradoras pueden provocar una respuesta emocional intensa, que puede ser difícil de procesar. Esto puede dar lugar a miedos irracionales, ansiedad y pesadillas, afectando su bienestar emocional y su capacidad para enfrentar situaciones cotidianas.
Además, la exposición a escenas violentas o terroríficas puede aumentar la ansiedad en los niños. Los estudios han demostrado que los niños que ven películas de terror son más propensos a desarrollar fobias y miedos que pueden persistir hasta la adultez. También la creación de patrones de pensamiento de miedo puede afectar su forma de relacionarse con el mundo, generando desconfianza e inseguridad.
Los niños aprenden por imitación. Ver cómo los personajes de las películas de terror reaccionan ante situaciones de miedo o violencia puede influir en su comportamiento. Esto podría llevar a que adopten respuestas desproporcionadas ante situaciones de estrés o conflicto, creyendo que el miedo es una reacción normal o aceptable.
A largo plazo, la exposición repetida al terror puede desensibilizar a los niños ante la violencia y el miedo. Esto no solo puede llevar a una mayor tolerancia hacia contenido violento, sino también a una disminución de la empatía hacia los demás. Los niños pueden llegar a normalizar situaciones que deberían ser vistas como inaceptables, lo que podría tener repercusiones en su desarrollo moral y social.
Sin mencionar que las películas de terror pueden provocar insomnio y problemas para dormir. La ansiedad y el miedo pueden hacer que los niños tengan dificultades para conciliar el sueño o para sentirse seguros en su propio entorno. Esto puede afectar su rendimiento escolar y su capacidad para concentrarse durante el día.
La infancia es un periodo crítico en el que se establecen las bases para la salud emocional y mental. Exponer a los niños a películas de terror puede generar efectos adversos en su desarrollo, aumentando la ansiedad, fomentando el miedo y dificultando su capacidad para enfrentar el mundo. Es fundamental que los cuidadores sean conscientes de las implicaciones psicológicas de este tipo de contenido y busquen alternativas más apropiadas que fomenten la imaginación sin comprometer la salud emocional de los más jóvenes.
Estefanía López Paulín
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