La tardes lluviosas en casa representan una de la sensaciones más armoniosas que podemos experimentar, el sonido de las gotas golpeando a nuestras ventanas que poco a poco se tornan en una ligera música tranquilizante, y ese olor de tierra y pavimento mojado que nos envuelve en una sensación de paz y ataraxia, quizá sea la nostalgia asociada con algún recuerdo de nuestra niñez, la ionización del aire, el ruido blanco que este produce o cualquier otra razón, pero nos llena de calma.
Se han realizado múltiples experimentos y ensayos para comprobar si existe un efecto científico y neurológico en nuestro cuerpo al momento de exponernos al sonido de la lluvia o solo es creencia popular.
Uno de los experimentos consistió en reunir a un grupo de personas y dividirlos en dos grupos, se les indujo una situación de estrés para elevar sus niveles de cortisol, en ambos grupos se les encomendó resolver una serie de problemas de cálculo matemático, al primer grupo se le introdujo en un cuarto cerrado sin ningún tipo de sonido, al segundo grupo también se les introdujo en un cuarto cerrado y se les puso sonidos de lluvia.
El primer grupo resolvió los problemas y al monitorearlos se observaron altos niveles de cortisol y estrés que se habían generado a partir de la prueba, y se comparó con el segundo grupo que tuvo de soundtrack el sonido de la lluvia, este grupo presentó niveles de cortisol y estrés mucho menores al anterior grupo, así como una mayor eficiencia al resolver los problemas.
Un segundo experimento consistió en tomar como caso de estudio a un grupo de bebés recién nacidos, a los que también se les dividió en dos, a un grupo se les arrullo con música de cuna y al otro con sonidos de lluvia, después de tres días la música de cuna fue perdiendo su efecto al inducir a los bebés en un estado de relajación, mientras los sonidos de lluvia no perdieron su efectividad.
El sonido de la lluvia es similar al ruido blanco y nos permite abstraernos de otros estímulos, si llueve durante la noche, el goteo constante puede acallar otros sonidos aislados que pudieran activar el cerebro y despertarnos. Eso podría explicar por qué algunas personas duermen mejor cuando llueve.
También se relaciona con cambios en la ionización del aire. Cuando llueve, el aire se llena de ionización negativa que tiene el poder de atraer elementos contaminantes que poseen carga positiva. En consecuencia, la lluvia tiene la capacidad de purificar el aire y mejorar la cantidad de oxígeno que recibimos al respirar. Lo que permite que esas respiraciones bajo la lluvia sean tan relajantes.
Seguiremos informando.
