La guerra electoral ha quedado en el pasado. Poco a poco regresamos a la normalidad. Los candidatos ganadores se preparan para gobernar y cumplir lo que ofrecieron en campaña. Las elecciones del pasado 6 de junio ya son historia política, materia de estudio para los académicos que deberán descifrar qué pasó, por qué ganaron unos y por qué perdieron otros.
Cierto que aún se escuchan los ecos de algunas batallas postelectorales porque varios competidores se resisten a aceptar su derrota, pero el desenlace de sus afanes ya no alterará significativamente el panorama. A finales de septiembre y en los primeros días de octubre iniciará un nuevo ciclo de gobernanza en nuestro estado. Son muchos los retos que enfrentarán tanto el gobierno del estado como los 58 Ayuntamientos. El próximo gobernador no contará con una mayoría absoluta en el Congreso local por lo que deberá negociar con las diversas fuerzas políticas una agenda legislativa y el suficiente apoyo presupuestal para su plan de gobierno.
Cada grupo parlamentario demandará ser tomado en cuenta de acuerdo al peso político que tiene. Es aquí en donde la habilidad del futuro secretario de gobierno y el oficio político de los coordinadores de cada grupo parlamentario serán determinantes.
Diálogo respetuoso y reglas claras para negociar serán importantes para mantener una buena relación entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. Son dos poderes distintos que deben vigilarse mutuamente pero también deben ser capaces de llegar a acuerdos en lo que importa a la sociedad. No necesariamente tiene que vivir confrontados.
Les será más redituable políticamente hablando si se coordinan y cooperan. Para legitimarse en el desempeño de sus respectivas responsabilidades será mejor entenderse. No estoy afirmando que los disensos deban desaparecer, en un espacio plural y tan disímbolo como es el Congreso local sería sospechosa cualquier unanimidad. Se vale no estar de acuerdo en todo.
El papel de la oposición es servir de freno y contrapeso, pero debe hacerlo de manera responsable, oponerse con razones y con la ley en la mano, no a ultranza, menos para favorecer a intereses mezquinos o facciosos.
En esta línea de razonamiento se empieza a observar que los alcaldes electos están dispuestos a sumar esfuerzos con el nuevo gobernador. Saben que solos no van a poder.
Son muchas las carencias que hay en sus municipios y los ciudadanos les van a exigir resultados. Por ello será mejor buscar el cobijo del futuro gobernante para llevar a sus municipios el mayor número de obras y servicios que los hagan quedar bien con sus gobernados.
Quizás por ello es que ningún alcalde ha asumido hasta ahora una actitud de confrontación contra Ricardo Gallardo Cardona. Pelearse con quién se encamina a ser el próximo gobernador es como darse un balazo en el pie. Por su parte Gallardo ha mostrado disposición al entendimiento y desde hace algunas semanas construye puentes de diálogo y acuerdo con los futuros alcaldes.
Los ha ido a visitar a sus municipios y ha empezado a ofrecer apoyos y una alianza de trabajo independientemente del origen partidista de los ediles. El Pollo está consciente de que debe convertirse en líder y gestor de todas las autoridades municipales. Quiere ser un gobernador fuerte y por el momento no está en su agenda pelearse con nadie.
El futuro mandatario sabe que las finanzas públicas de los ayuntamientos son pobres y que más temprano que tarde los alcaldes irán a tocar la puerta de su gobierno para recibir ayuda. Hay muchas alcaldías que están quebradas y los futuros munícipes van a llegar a administrar puras miserias y a tapar hoy financieros que les van a dejar los que ya se van.
Para las autoridades electas es un hecho que Gallardo se ha convertido en un aliado del presidente de la república y que a partir de septiembre El Pollito tendrá derecho de picaporte para gestionar todo tipo de apoyos, por ello buscarán hacer equipo con él. Por su parte el gobernador electo sabe que su alianza con AMLO le va a facilitar las gestiones con todas las dependencias del gobierno federal y por ello los nuevos alcaldes ven en él un gestor eficiente para conseguir que los programas federales aterricen en sus municipios.
Así que la cooperación de los gobiernos municipales con el gobierno del estado será fundamental para dar resultados a la sociedad.