Agarrón y deschogue entre mujeres ocurrió hace unos días en el Congreso del Estado cuando la presidenta de la Mesa Directiva, Sonia Mendoza, montó en cólera y se apersonó en la oficina de la oficial mayor, Marcelina Oviedo, para exigirle que contratara a América Loera, quien acababa de ser despedida porque no se justificaba su sueldo, según versiones de los pasillos del Poder Legislativo.
El pleito ocurrió la semana pasada, cuando América Loera, que se desempeña como subcoordinadora de servicios internos, fue despedida por la Oficial Mayor, por lo que la desempleada recorrió las oficinas de las diputadas en busca de apoyo. Se sabía que su protectora era la priista Bety Benavente, sin embargo fue la panista Sonia Mendoza la que salió a dar la cara por ella Loera.
Iracunda, indomable, empoderada, Sonia Mendoza se levantó de su escritorio, salió de su oficina ubicada en el primer piso del edificio de Vallejo 200 y bajó las escaleras hasta llegar a la Oficialía Mayor, no se anunció ni tocó la puerta, la aventó como avienta las propinas en los restaurantes fifí de Matehuala, su tierra natal, y a grito abierto le exigió a Marcelina Oviedo que recontratara a América Loera y de paso le preguntó quién se creía para despedir así al personal del Congreso.
Según versiones del personal del Congreso, el despido de América se dio a raíz de que la oficial mayor descubrió los negocios turbios entre la empleada y la ex oficial mayor ahora diputada, la priista Bety Benavente, en el que incluyó el servicio mecánico a los 28 vehículos que se compraron para servicio de los diputados, facturado con sobreprecio y hecho con un particular, no con la agencia vehicular correspondiente.
Marcelina Oviedo, posición de MORENA en el Congreso del Estado, no atinaba ni a agarrar aire ante los gritos y reclamos de la Mendoza, como pudo comenzó a contestar que no se justificaba el sueldo que se le pagaba a América Loera, que en justicia se debe decir que es la primera que salta ante broncas ciudadanas en contra de los diputados.
El agarrón entre las féminas llegó a tal estruendo que Rolando “el indio” Hervert le entró al quite, pero no porque quisiera, sino porque su empleada, Vero, lo llevó, aprovechando que ella tenía viejas rencillas con la empleada de Mendoza, Magda, así que mientras los diputados y la oficial mayor se agarraban por América, las asistentes se deschongaban para saldar viejas cuentas.
Marcelina Oviedo buscó el apoyo de la bancada morenista, pero no tuvo respuesta. Cada diputado, ocupado en sus enjuagues, restaron importancia al pleito entre la oficial mayor y Sonia Mendoza. Aunque no queda claro la contratación o no de América, Sonia Mendoza se sintió triunfadora y regresó a su oficina a seguir con sus asuntos.
En asuntos de esta trascendencia se gastan los días en el Poder Legislativo, sin que se haya votado o siquiera discutido una sola iniciativa de trascendencia a favor del pueblo potosino.