La mayoría de los comensales apenas le habían dado una mordida a su torta, era uno de esos gustos que se estaban dando a pesar de ya llevar varios kilos arriba como resultado de la cuarentena. El reloj marcaba una hora cercana a las 5:00 de la tarde, el trabajo del día ya estaba resuelto, era momento de relajarse y qué mejor manera de hacerlo que comiéndose una de las famosísimas Tortas Richard de la avenida Himalaya en compañía los amigos o la familia.
De súbito, la paz de los comensales se vio turbada cuando un grupo de hombres malencarados arribó al lugar y a punta de pistola sometió a todos los presentes; algunas bebidas se derramaron sobre la mesa, algunas tortas cayeron al piso entre los empujones, mientras los maleantes despojaban de sus pertenencias a todos los presentes.
Teléfonos celulares, joyas, relojes y uno que otro objeto de valor que trajeran consigo, todo les arrebataron mientras les ponían el cañón de la pistola en la cabeza y los amenazaban con matarlos si se atrevían a intentar cualquier hazaña, sin embargo, lejos de pensar en algún modo de defenderse, los comensales se mostraron petrificados, el susto los paralizó.
Ni siquiera los que se encontraban en el baño se salvaron del atraco, hasta ahí los siguieron los delincuentes y también les quitaron todo lo que tuvieron a su alcance. Nadie se salvó. De la caja tomaron el efectivo y pa’ pronto salieron corriendo sin que nadie pudiera marcarles un alto.
Fue cuestión de segundos, nadie podría decirlo con exactitud pero saben que no fue mucho tiempo el que transcurrió desde que llegaron los delincuentes hasta que se retiraron con el botín.
Como pudieron solicitaron la presencia de los cuerpos policiacos pero estos arribaron mucho después, para entonces, los delincuentes ya estarían a kilómetros de distancia burlándose de la ineptitud de las autoridades, de la impunidad que impera en San Luis Potosí y de la facilidad con que atracan a la indefensa ciudadanía.
Los comensales en el restaurante intentaron recuperar la calma, pero les fue imposible. Las tortas ya no les supieron igual, algunos optaron por comerse sólo el bolillo para calmar el susto, otros apartaron el aguacate para evitar problemas estomacales. Algunos bebían refresco para pasarse el trago amargo. Todos coincidían en el horror que se vive en San Luis Potosí, en la ciudad insegura que ha hecho Xavier Nava quien, lejos de atender los problemas, sigue obsesionado con la candidatura a gobernador y prefiere recorrer otros municipios buscando adeptos mientras abandona por completo a los capitalinos.