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¡…Pero no dicen nada!

Entre las mujeres que admiro, sin duda alguna está la Madre Teresa de Calcuta, monja católica que llena de ternura por el prójimo, de ejemplar solidaridad y humildad supo dar su amor a enfermos, huérfanos y pobres.

En 1979 fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz, a la vez que fue laureada en la India en 1980, pero el más grande reconocimiento se lo hacemos miles de seres humanos, que después de su muerte, seguimos impactados con su ejemplo de servicio y sabiduría. Cuando ella hablaba de la vida decía:

La vida es un desafío… afróntalo.

La vida es un don… acéptalo.

La vida es una aventura… ponla a prueba.

La vida es una pena… supérala.

La vida es una tragedia… encárala.

La vida es un deber…, cúmplelo.

La vida es un misterio… desentráñalo.

La vida es una canción… interprétala.

La vida es una oportunidad… aprovéchala.

La vida es un viaje… efectúalo.

La vida es una promesa… cúmplela.

La vida es una belleza… alábala.

La vida es una lucha… empréndela.

La vida es una meta… alcánzala.

La vida es un acertijo… resuélvelo.

La vida es un juego… diviértete.”1

Y en el camino de la vida, el viejo Filósofo para divertirse aprendió a asimilar la lección que envía Chabuca Granda, en su hermosa canción “La Flor de la Canela”, que dice: “Recogía la risa, de la brisa del río…”.

Eso es lo que hago, recoger en cada paso del camino la risa, la alegría, el amor, la amistad, como manifestaciones de gratitud al Padre, por el prodigio del día de HOY. La risa y el buen sentido del humor son para mí una reverencia por el milagro de la salud.

La vida, al igual que el amor, el humor, la alegría y la risa, están basados en un principio universal: que recuerdes que eres el eco de todas tus acciones y pensamientos que te llevan por el camino de ser feliz; serlo, va más allá de una cuestión de tu destino, en sí mismo es de tu estricta elección personal.

Jugar a dejar a un lado ser feliz para ir en pos del dinero o el poder, no te va a funcionar, porque éxito sin paz interior, sin amor y sin felicidad y aún más, sin que llegue a la gente de tu vida, no es éxito.

La felicidad no está en un buen trabajo, en un artículo de lujo o en ropa de marca, sino en la fiesta de la vida, que te llena del entusiasmo que nunca debes perder, aprovecha cada instante para ir en pos de tus sueños, de tu auto realización sabiendo que las cosas más trascendentes de tu vida son las más sencillas.

Cuando te das permiso de vivir y vibrar con el poder que generan el amor, la alegría, el humor y la risa, te armonizas con el universo, aprendes a escuchar la voz de tu alma que tiene un mensaje de paz y serenidad para ti, es cuando tienes la sabiduría de ejercitar que, muchas veces, andar solo no es soledad, entonces aprendes a no hacer planes para el mañana, si no tienes la sensibilidad de vivir el aquí y el ahora a plenitud.

Experimentas que en cada ser hay una parte divina, también contemplas la posibilidad de perdonar, no de labios pa’ fuera, sino de corazón pa’ dentro; pasas de una vida terrenal, con aciertos y tropiezos, a una vida espiritual llena de plenitud y grandeza.

Te das cuenta que estás en proceso de evolución, cuando aprovechas el tiempo para que no caiga como pesada carga en tus hombros y ves lo esencial con los ojos de tu alma; cuando no tienes miedo de dar un gran salto de fe, –que sea gigante–, porque sabes que los abismos no se cruzan con pequeños saltos; cuando aprendes a amarte y respetarte, a creer en ti mismo y a sonreírle a la vida.

En 1904, Pío Baroja conversaba con su grupo de destacados amigos sobre las distintas clases de españoles, cuando brillantemente, el novelista vasco sentenció:

  “La verdad es que en España hay siete clases de españoles… sí, como los siete pecados capitales: 1. Los que no saben; 2. Los que no quieren saber; 3. Los que odian el saber; 4. Los que sufren por no saber; 5. Los que aparentan que saben; 6. Los que triunfan sin saber, y 7. Los que viven gracias a que los demás no saben… ¡Estos últimos, se llaman a sí mismos políticos!”2

Por eso el Filósofo de Güémez dice:

“Hay políticos que son como los peces… ¡MUEVEN LA BOCA PERO NO DICEN NADA!”

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