Mediante la vigilancia del telescopio James Webb, fue posible localizar una molécula de un catión de metileno, que por sí solo no tiene cualidades de generar vida, pero es bien conocido por su respuesta y reacción ante las especies gaseosas, lo cual permite a su vez que entre ellas se puedan generar moléculas aún más complejas con la capacidad de crear vida.
El amplio alcance del sensor del telescopio James Webb, logró captar fuera de la atmósfera a esta partícula, ubicada en la nebulosa de orión a 1350 años luz de nuestro planeta. Cerca de un disco de formación planetaria,hecho con polvo y gas llamado d203-506.
La presencia del CH3+ en el espacio interestelar y su papel en la química del carbono se teorizó hace más de 40 años, pero no se había podido confirmar. Sin embargo, gracias a las recientes observaciones del JWST y su sensibilidad infrarroja, se puede afirmar que la presencia de esta partícula va más allá de nuestro Sistema Solar.
«Esta detección no sólo valida la increíble sensibilidad del JWST, sino que también confirma la postulada importancia central del CH3+ en la química interestelar», afirmó la astrónoma y coautora Marie-Aline Martin-Drumel, de la Universidad de París-Saclay (Francia).
Antes se creía que los rayos UV podrían destruir los elementos, el equipo liderado por Olivier Berné, de la Universidad de Toulouse (Francia), propone que la química orgánica en fase gaseosa se activa por radiación ultravioleta (UV). Normalmente, se espera que la radiación UV destruye moléculas orgánicas complejas, por lo que el descubrimiento de CH3+ en la Nebulosa de Orión podría parecer una sorpresa. Lo que nos invita a seguir estudiando y prestando atención a la química interestelar, ya que ahí pueden estar las respuestas de cómo se genera la vida en el universo.
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