Las ardillas saltan desde ramas curvadas a través de huecos imposibles y luchan por recuperarse de aterrizajes complicados para eludir a los depredadores mortales, una capacidad y actividad a veces tipo “parkour” cuyo estudio podría ayudar a diseñar robots más ágiles para moverse por obstáculos.
Pero ¿cómo deciden los animales si dar o no un salto? ¿Cómo evalúan sus capacidades biomecánicas para saber si pueden aterrizar? Según un nuevo estudio publicado en la revista Science, las ardillas salvajes tienen en cuenta la compensación entre la curvatura de las ramas y la distancia entre ellas.
La recompensa de entender cómo las ardillas aprenden los límites de su agilidad podría ser la creación de robots con mejor control para moverse ágilmente por paisajes variados, como los escombros de un edificio derrumbado en busca de supervivientes o para acceder rápidamente a una amenaza ambiental, señalan los científicos.
Las ardillas pasan la mayor parte de su tiempo en lo alto de los árboles, un entorno imprevisible que les obliga a navegar ágilmente por un laberinto de ramas para viajar, anidar y evitar a los depredadores, hazañas que requieren una compleja combinación de capacidades biomecánicas evolucionadas y comportamientos aprendidos.
Sin embargo, no se sabe muy bien cómo aprenden a calibrar y ajustar sus movimientos en fracciones de segundo.
Para observar el comportamiento de salto, Nathaniel Hunt, Roberto Full y sus colegas diseñaron una pista de obstáculos al aire libre y observaron a las ardillas salvajes mientras saltaban entre ramas simuladas y a través de huecos de varias distancias.
A lo largo de una serie de experimentos, descubrieron que estas decidían dónde lanzarse y aterrizar buscando un balance entre la flexibilidad de la rama y la distancia/tamaño de esta y del hueco.
Como era de esperar, cuanto más endeble es la rama desde la que tienen que saltar las ardillas, más cautelosas son, aunque tardan solo unos pocos intentos en adaptarse.
También observaron un amplio repertorio de maniobras ágiles de aterrizaje en las ardillas, así como de comportamientos adaptativos de “parkour” que permitían a los animales realizar saltos difíciles.
En conjunto, los hallazgos demuestran que la sinergia entre la gestión de la energía biomecánica y el aprendizaje por ensayo y error probablemente determina la rápida y precisa navegación arbórea del animal.
Con información de EFE