El Papa Francisco llevó a cabo una significativa visita a Papúa Nueva Guinea, adentrándose en la selva para encontrarse con los católicos en una de las áreas más remotas del mundo. Este viaje es parte de su gira de 12 días por cuatro países del sudeste asiático y Oceanía, marcando la más extensa de su papado de 11 años. A su llegada, fue recibido por misioneros del Instituto Católico del Verbo Encarnado, quienes lo invitaron a la región.
Tras recorrer mil kilómetros en un avión de carga C-130 proporcionado por la Real Fuerza Aérea Australiana, el Papa llegó a Vanimo, un municipio de aproximadamente 12,000 habitantes, donde la falta de agua corriente y la escasa electricidad son problemas comunes. Francisco trajo consigo cientos de kilos de suministros, incluyendo medicinas, ropa, juguetes e instrumentos musicales para los niños, demostrando su compromiso con las comunidades más vulnerables.
Durante un encuentro con una multitud estimada en 20,000 personas, el Papa destacó la belleza del paisaje y la comunidad, afirmando: «Viven en una tierra magnífica, enriquecida por una gran variedad de plantas y pájaros». Su mensaje se centró en la importancia de la solidaridad y el apoyo mutuo, instando a las comunidades cristianas a vivir su fe plenamente y a no reducirla a meros ritos.
El reverendo Tomas Ravaioli, uno de los misioneros presentes, expresó su asombro por la visita del Papa, subrayando el esfuerzo que representa a su edad. La visita del Papa a Papúa Nueva Guinea resalta no solo su compromiso con las comunidades más vulnerables, sino también su deseo de fortalecer los lazos de la Iglesia en un país caracterizado por su diversidad cultural y lingüística, donde coexisten más de 800 lenguas y numerosas tribus.