En los últimos días, un clima de tensión y temor ha invadido a la población sueca ante la creciente especulación sobre una posible guerra con Rusia. Aunque Suecia ha mantenido una neutralidad en conflictos mundiales durante décadas, declaraciones preocupantes por parte de funcionarios gubernamentales han desencadenado compras de pánico y un aumento del estrés entre adultos y niños.
El ministro de Defensa Civil de Suecia, Carl-Oskar Bohlin, desató la polémica al afirmar recientemente: «Podría haber una guerra en Suecia». Estas palabras, respaldadas por el comandante de las fuerzas armadas suecas, Micael Byden, quien comparó la situación con imágenes de conflictos en Ucrania, han generado un clima de incertidumbre entre la población.
Estas declaraciones se producen dos años después de que Suecia solicitara unirse a la OTAN en 2022, tras la invasión rusa a Ucrania, aunque dicha solicitud aún no ha sido aprobada. Además, un acuerdo para que militares estadounidenses operen en territorio sueco ha aumentado la preocupación sobre la posible escalada de tensiones.
Las consecuencias no se han hecho esperar. Compras de pánico en tiendas locales, con una demanda creciente de productos asociados a situaciones de emergencia, han sido registradas. Asimismo, organizaciones infantiles han reportado un aumento de llamadas para ayudar a niños estresados por el miedo a una guerra inminente.
La exministra Magdalena Andersson ha señalado que aunque existe tensión entre Suecia y Rusia, «no es como si la guerra estuviera a la vuelta de la esquina», generando un debate entre políticos y expertos locales. Algunos periódicos sugieren la posibilidad de un conflicto, mientras que políticos rusos se burlan de las declaraciones suecas.
El experto del Royal United Services Institute (RUSI), Mark Galeotti, ha expresado su escepticismo ante la probabilidad de un conflicto entre ambos países, indicando que no ve viable ningún escenario de guerra.
En medio de la incertidumbre, la embajada rusa en Estocolmo ha cuestionado la postura del gobierno sueco, preguntando si los dirigentes suecos están llevando a su propio pueblo a la paranoia. La situación actual plantea preguntas cruciales sobre la necesidad de un análisis más detenido y una comunicación responsable por parte de las autoridades para evitar el pánico innecesario en la población.
Seguiremos informando.