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¡No me digas…!

Por Carlos Pérez García

Acabo de terminar una revisión y las evidencias van rebasando las previsiones que, de acuerdo a la información disponible, me permití aventurar hace un par de años para el gobierno de López Obrador. Miren, las catástrofes se confirman, aunque la económica (falta de crecimiento, aumento del desempleo y la pobreza) aún no incluye en su totalidad el desequilibro presupuestal ni el desbordamiento de la inflación acumulada.

A su vez, ojo, quedan todavía el desenlace político y social de las embestidas contra los organismos electorales, así como los efectos más agudos y prolongados sobre el nivel de vida de la población, con hambrunas y acciones desesperadas frente a un colapso, tal como ha ocurrido en varios países. ¿Seguirá todo ello cada día peor o acaso lo podremos revertir?

Cuando se desgranan las filtraciones y revelaciones del gobierno y su movimiento político, no les queda más que reírse, callar o aceptar los hechos, y minimizar su trascendencia con buenas dosis de cinismo y desvergüenza, para apuntalar la narrativa de que su principal preocupación es “ayudar a los pobres”. Surge así la defensa a ultranza del populismo falaz.

Si las mañaneras son su gobierno y le salen bien en términos de manipulación y distracción, resulta que no tiene tanta ciencia gobernar. A la larga, sin embargo, México necesita mucho más que eso.

Es la geometría del caos y la violencia, del engaño y la negación, de la anti-economía y la pobreza, de las esperanzas y las frustraciones, de las decepciones y las oportunidades, de las necesidades de hoy y mañana (no de ayer). En ello estamos y no será fácil salir.

En el país y en ciertos estados todo eso se vuelve una especie de pesadilla… de la que quisiéramos despertar… Pero resulta que es algo real y, si no actuamos, sus costos nos podrán abatir por años, tal vez décadas.

* CON ESOS CASOS, TANTO a nivel nacional como en varios estados que ya merecen llamarse mártires, una cercana antecesora familiar hubiera dicho “este badulaque y mequetrefe nada más se dedica a jeringar y mortificarme”. También: Oye, ¿qué hice para merecer esta penitencia?

* EN SAN LUIS POTOSÍ, ante la confirmación de tendencias muy claras y preocupantes del gobierno del Estado, parece que algunos ex-gobernadores prefieren no pronunciarse en público o en privado sobre el actual titular del Ejecutivo estatal. Ese sería el caso de Horacio Sánchez, Fernando Silva, Fernando Toranzo y Juan Manuel Carreras, lo que podría darse por precaución, por vergüenza, por arrepentimiento o por inseguridad

Otros como Teófilo Torres o Marcelo de los Santos, tienden a tomar una posición más práctica o pragmática, lo cual resulta conveniente para sus negocios familiares. Es entendible, claro, aunque algo pueden estar sacrificando en cuanto a su reputación y lo que requiere la rezagada pero afligida entidad federativa que alguna vez gobernaron.

Por su conveniencia política y sus aspiraciones presupuestales, al igual que por sus necesidades de legitimación, el actual gobernador Ricardo Gallardo Cardona ha sido uno de los 18 mandatarios de la 4T (ahora serán 22) a pesar de la indefinición ideológica del partido Verde llamado ecologista. El joven gobernante se apega sin dificultad a las pautas populistas y estratégicas (demagogia popular, narrativa favorable a su gestión, triunfalismos verbales), con lo que se acredita como buen alumno de AMLO. Incluso en los renglones de espectáculos y dádivas en especie, el personaje local podría ser el reputado maestro.

Se ve, se siente. Son autoridades que buscan popularidad personal, más que buenos gobiernos de resultados tangibles, ya que todo esto queda a cargo de la intensa propaganda. Viene a ser la soportable levedad de las ilusiones y esperanzas, al igual que a nivel federal.

Con todo, oigan, por convincente que pueda manifestarse, el autoengaño no resuelve los problemas de fondo que se van acumulando y agravando. Si acaso tiende a empeorar la perspectiva.

Seguiremos informando 

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