Ciudad Valles, S.L.P.- En este Día del Niño, mientras muchos celebran con juegos y risas, es imperativo recordar a aquellos cuyas manos están marcadas por el trabajo desde una edad temprana. Son los niños que, en el caso de Luis N. desde los diez años, se sumergen en los bulliciosos mercados de la ciudad, acompañando a sus familias en la venta de frutas y aguas frescas.
Este pequeño comerciante no solo cargan cestas repletas de esperanza, sino también sueños de un futuro mejor. Después de largas horas bajo el sol, aún encuentran la energía para encarar las tareas escolares por las tardes, contribuyendo así al bienestar de sus hogares mientras luchan por un lugar en las aulas.
Pero no podemos olvidar a aquellos niños cuyos únicos libros son las calles, que no conocen la quietud de un aula porque están ocupados vendiendo frituras y semillas. Son los guardianes de las puertas de las farmacias, ofreciendo una sonrisa a cambio de una moneda, en un mundo que a menudo les niega la oportunidad de ser simplemente niños.
A estos valientes niños, que sostienen el peso del mundo en sus pequeños hombros, necesitan apoyos reales, son un ejemplo de admiración, los gobiernos deben presentar un compromiso real para de trabajar y construir un futuro donde ningún niño tenga que sacrificarse para sobrevivir. Porque cada niño, sin importar su circunstancia, merece una infancia llena de sueños y oportunidades.
En este día del niño, honremos la fortaleza y la resiliencia de estos pequeños gigantes, cuyos corazones rebosan de amor y sacrificio. Son ellos quienes, a pesar de las adversidades, mantienen viva la esperanza de un mañana mejor. Miremos más allá de sus manos cansadas y veamos en ellos el brillo de la infancia, un derecho que les pertenece y que merecen vivir plenamente.
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