Cuenta la leyenda que para que no caiga una gran construcción se debe derramar sangre sobre ella…
A lo largo de los tiempos se ha creado la idea de que en edificios, estadios, puentes o cualquier tipo de millonaria construcción, se realizan sacrificios humanos para asegurar su fortaleza, usando en las estructuras o cimientos cuerpos o bien de personas aún con vida.
La leyenda comienza en 1863 con la construcción de la cortina de la presa en San José, en San Luis Potosí, En la época de su construcción, el espiritismo y el esoterismo tenían una gran influencia en las personas de la alta sociedad, así que, bajo el consejo de un brujo, el ingeniero de la obra y los políticos involucrados estuvieron de acuerdo en que se tenían que perder muchas vidas (las cuales tenían que ser almas inocentes), para que la presa no corriera algún riesgo.
Fue así que se tomaron a niños para mezclarlos con los ladrillos que formarían la presa. De esta manera cuando se avecinara una tragedia, las almas de los niños avisarían con lágrimas. Se dice que solo una vez los niños han llorado, y está fue la noche del 14 de Septiembre de 1933, un día antes en la que la Presa de La Constancia se reventara.
Muchos de los habitantes escucharon los lamentos fantasmales de los niños que provenían de presa, pero las autoridades escépticas de esa leyenda no actuaron ante el aviso, y a pesar de que había tormenta, muchos de los pobladores acudieron a la plaza para dar el grito de la independencia, pues se festejaba el 15 de Septiembre.
Le dejamos el segundo capítulo de Leyendas Urbanas, puede disfrutar de la historia en Spotify.