Participaron especialistas del El Colegio de San Luis, del Instituto de Estudios Superiores en Gastronomía y del recinto museístico
El 68 aniversario del Museo Regional Potosino (MRP), celebrado este 2020, devino en una tertulia virtual sobre los sabores, las sendas, la espiritualidad y la ritualidad de larga data, que hacen de San Luis Potosí un estado rico en expresiones culturales, ejemplo de ello son el Xantolo, la fiesta huasteca dedicada a los muertos; el ritual de los Voladores de Tamaletón, el Camino Real de Tierra Adentro y, por supuesto, su comida típica.
El conversatorio “Tesoros del Patrimonio Cultural Potosino”, transmitido por el canal de INAH TV en YouTube, en sintonía con la campaña “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura, es resultado del compromiso entre el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y El Colegio de San Luis (Colsan), derivado de un convenio de colaboración, del cual, para 2021, se desprenderán diversas actividades enfocadas al conocimiento y al disfrute del arte y la cultura de esa entidad, señalaron el director del MRP, Eduardo Saucedo Sánchez de Tagle, y el presidente del Colsan, David Eduardo Vázquez.
El viaje por algunas de las expresiones más hondas del alma potosina, empezó con la tradicional fiesta de Xantolo, la cual dinamiza las relaciones sociales y la economía de la región; se desarrolla desde finales de septiembre hasta los primeros días de noviembre. De esta evolución hablaron el antropólogo Eduardo Saucedo y el fotodocumentalista Eduardo Meade.
El titular del recinto potosino dijo que ya en época prehispánica, los huastecos tenían la costumbre de ofrendar comida a los muertos en una celebración llamada Cay lem, que en lengua teenek significa “la llegada de las mariposas”, expresando la creencia de que las almas de los difuntos encarnaban en estos lepidópteros que pueblan los campos de la Huasteca durante el otoño.
Asimismo, otra reminiscencia prehispánica presente en esta festividad es el maíz, planta de la cual varias culturas antiguas consideraban su origen y cuya cosecha también se da en estas fechas, de ahí su vínculo con el ciclo agrícola.
En las fotografías capturadas por Eduardo Meade, a lo largo de 30 años, se suceden estos actos íntimos, con la algarabía de las calles en poblados como Chapulhuacanito, en Tamazunchale, donde se ve el baile de los “huehues”, también llamados “coles” o “viejos”, quienes previamente pidieron permiso a los difuntos para representarlos.
De la Huasteca, el conversatorio pasó al tramo potosino del Camino Real de Tierra Adentro o Ruta de la Plata. En su exposición, el presidente del Colsan, David Eduardo Vázquez, enfatizó la importancia que tuvo la explotación de yacimientos de sal en la región de las Lagunas de Santa María del Peñón Blanco —equidistante entre las ciudades de San Luis Potosí y Zacatecas—, cuando Bartolomé de Medina inventó el proceso de amalgamación de la plata, para el cual, la sal, junto con el mercurio, fue fundamental.
En la época virreinal, la explotación de la sal marcó el auge de territorios como los actuales municipios potosinos de Santo Domingo, Villa de Ramos, Moctezuma y Salinas; y los zacatecanos de Fresnillo, Villa de Cos y Pánfilo Natera. En todos ellos, algunos pueblos fantasma como “El Tapado”, en Moctezuma, se pueden encontrar rastros de esa bonanza que continuaría durante el siglo XIX, en antiguas construcciones como haciendas de beneficio y casas habitación.
Volviendo a la Huasteca potosina, la investigadora del Colsan, Claudia Rocha Valverde, expuso acerca del ritual de los Voladores de Tamaletón, dedicado a la fertilidad de la tierra y al maíz. Comprende ceremonias que se desarrollan a lo largo de nueve días y, al final, integra un rito que concluye con la fase del vuelo, “pero todo el tiempo hombres y mujeres teenek celebran danzas aparejadas con música, y preparan alimentos, entre otros aspectos”.
La especialista señaló que esta práctica se remonta a la época prehispánica, y la llevaron a cabo diversos pueblos mesoamericanos distribuidos de litoral a litoral. Asimismo, logró sobrevivir durante la Colonia como lo dejan ver distintos códices como el Azcatitlan, asimilándose a las fiestas de patronos católicos en su parte lúdica más que ritual. Sin embargo, al interior de las comunidades todo el proceso ceremonial se mantuvo hasta el día de hoy, adaptándose a los cambios, como lo deja ver la inclusión de mujeres voladoras.
Finalmente, tocó el turno de la comida potosina. De acuerdo con el experto del Instituto de Estudios Superiores en Gastronomía, David López Serna, San Luis Potosí, con su herencia del Altiplano semidesértico, marca una frontera de la cual parte la identidad de la comida del norte de México, de estados vecinos como Coahuila, Nuevo León y Durango.
Gracias al aprovechamiento de su biodiversidad, desde el bosque hasta la Huasteca, San Luis Potosí es un estado que “hace magia” con su gastronomía, sostuvo. Así, aporta ingredientes únicos: escamoles (es el tercer productor a nivel nacional de huevo de hormiga), mezcal del agave salmiana, cactáceas como la biznaga, animales considerados “exóticos”: ratas y conejos de campo, víboras, jabalí, venado y liebre, a los que habría que sumar el gusto por la cabra, introducida por judíos sefarditas durante la Colonia.