Desde un punto de vista biológico, la unión estable entre macho y hembra tiene como objetivo la reproducción y el cuidado de las crías. Sin embargo, el amor humano va más allá de la biología. La química del enamoramiento, marcada por la oxitocina, nos hace ver a la pareja de manera idealizada al principio.
Pero, con el tiempo, esa idealización da paso al conocimiento real del otro, lo que puede generar conflictos. Construir un vínculo duradero implica ajustar diferencias y conocer los valores y proyectos de vida del otro.
No todas las relaciones son monógamas ni todas las válidas. Las poliamorosas y otras formas de relación son legítimas si todas las partes se sienten cómodas. No obstante, persisten mitos que generan sufrimiento innecesario y dudas sobre el amor romántico.
Algunos de estos mitos incluyen la idea de que el sufrimiento es parte del amor verdadero, que los opuestos se atraen o que necesitamos a otro para sentirnos completos. Además, se normaliza el conflicto en las relaciones, cuando en realidad las peleas frecuentes pueden ser señal de problemas.
Aprender a vivir solo y ser feliz por uno mismo es fundamental para tener relaciones saludables. La dependencia emocional no es amor verdadero, y el chantaje emocional no debería tener cabida en una relación sana.
Finalmente, es importante reconocer cuándo una relación no funciona y tener el coraje de dejarla ir. La salud mental y la felicidad individual son prioritarias ante una relación que solo causa sufrimiento.
Desmontar estos mitos nos permite entender mejor el amor y las relaciones humanas, fomentando vínculos más sanos y genuinos.
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