Los púlsares son estrellas de neutrones que giran rápidamente y emiten pulsos de radiación a intervalos regulares que oscilan entre segundos y milisegundos. Estos objetos cósmicos canalizan partículas por medio de los campos magnéticos de sus polos, acelerándose a velocidades relativistas. De esa actividad se generan dos haces de luz, uno por cada polo.
Lo que en un principio desconcertó a los científicos que descubrieron a los púlsares fue la periodicidad con la cual sus señales se reproducen. Esta se ocasiona gracias a que los haces de luz cruzan la línea de visión de la Tierra, pero en cuanto la luminosidad se aleja pareciera que ella se apaga, dando lugar a esos periodos del púlsar.
El primer registro de púlsares en el espacio exterior tuvo lugar en 1967, cuando la estudiante de radioastronomía Jocelyn Bell y su asesor de tesis, Tony Hewish, trabajaban en un radiotelescopio. Durante sus observaciones, Bell registró una serie de pulsos de radio uniformes que inicialmente llevaron a la especulación sobre la posibilidad de haber encontrado una nueva civilización. Sin embargo, análisis posteriores revelaron que estos pulsos eran en realidad producidos por púlsares, no por civilizaciones extraterrestres.
La explicación de los púlsares está relacionada con las estrellas de neutrones, que se forman cuando una estrella masiva agota su combustible y colapsa en una supernova. El resultado es una estrella extremadamente densa, del tamaño de una ciudad, pero con una masa similar a la del Sol. Estas estrellas de neutrones pueden girar rápidamente y emitir chorros de partículas a lo largo de sus polos magnéticos, lo que produce pulsos de radiación que pueden detectarse en la Tierra.
Los campos magnéticos de los púlsares son tan fuertes que canalizan estas emisiones de partículas en direcciones específicas, lo que hace que los pulsos de radiación sean altamente regulares y detectables. Estos pulsos pueden manifestarse en forma de ondas de radio, luz visible, rayos X o incluso rayos gamma de alta energía.
Desde el descubrimiento inicial de Bell y Hewish, se han identificado alrededor de 1800 púlsares en el espacio, cada uno con características únicas. Además, los púlsares han proporcionado información valiosa sobre la física de las estrellas de neutrones, la relatividad general de Einstein y la estructura del espacio-tiempo.
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