Las milinovas fueron identificadas en sistemas binarios, donde una enana blanca, el remanente de una estrella muerta, “roba” material de una estrella subgigante en una etapa avanzada de su vida. Este proceso provoca estallidos periódicos de radiación y luz, generando temperaturas extremadamente altas, superiores a los 600,000 grados Celsius, y elevando el brillo de la estrella entre 10 y 20 veces durante varios meses.
Aunque su brillo es mucho menor que el de las supernovas o las novas clásicas, las milinovas poseen características únicas. Los eventos fueron observados principalmente en la Gran y la Pequeña Nube de Magallanes, dos galaxias cercanas a la Vía Láctea, y en noviembre de 2023, el evento OGLE-mNOVA-11 fue detectado por telescopios de renombre, como el Neil Gehrels Swift Observatory de la NASA. Este evento reveló emisiones de rayos X y temperaturas extremadamente altas.
Las milinovas podrían tener un papel crucial en la formación de las supernovas de tipo Ia, fundamentales para medir distancias cósmicas. Si son precursoras de estas explosiones, podrían ofrecer información valiosa sobre los procesos que llevan a las supernovas y mejorar nuestra comprensión del universo. Sin embargo, el origen exacto de los rayos X sigue siendo un misterio, con dos teorías principales sobre su origen. Este hallazgo promete revolucionar nuestra forma de estudiar el cosmos.