Me da tristeza, aunque igual se vuelve un reto. Sí, vivir tranquilo era más fácil hace años, pero las cosas se han venido complicando y nomás no se ve que vayan a mejorar.
Recuerdo que esa noche, al regresar a casa más tarde que de costumbre, entré a un largo callejón con poca luz y delante de mí iba una jovencita. Dije, para mis adentros: ‘Qué bueno, que venimos los dos’. Entonces, oigan, ella volteó de lado caminando un poco más rápido y yo no quería separarme e hice lo mismo, ella corrió y yo corrí, ella gritó y yo grité… Bueno, pues la cosa es que nunca supe qué nos perseguía.
Espero que, como yo, ella haya llegado bien a su casa. Con todo, me quedé algo confundido e intranquilo… son tantas y tantas las noticias alarmantes de violaciones, desapariciones o secuestros, que se queda uno piense y piense. De hecho, a cualquier hora y lugar, yo mismo me siento cada día más inseguro. Pero, bueno, tengo que salir casi todos los días e igual mi familia.
Me confirman que plazas, calles y pueblos se ven poco a poco más vacíos. Y que las sonrisas se pierden al hacer cuentas ante la carestía de lo elemental, por lo que la gente tiene que cuidar su dinero no sólo de los asaltantes sino también de los mercaderes. Algo similar sucede con sus contados bienes y su integridad física, por la violencia que se ha desatado… Es muy pinche, créanme, la sensación de que uno está desprotegido.
Las autoridades parecen hoy más preocupadas por levantar y mantener su popularidad, que por tomar decisiones difíciles con un potencial de resultados. Éstos quedan sujetos a campañas de difusión y promoción, al igual que a la habilidad personal del titular para lanzar una “narrativa” falsa que le favorezca a él y su gobierno. Los políticos disfrutan mucho eso de armar shows que impulsan su popularidad y distraen a la gente de lo importante.
He leído que al conjuntarse la pobreza, la inseguridad, el desempleo o los bajos sueldos, y los aumentos de precios se tiene una bomba que podrá afectar la estabilidad social. Hablan y hablan los senadores, hombres y mujeres, las autoridades del gobierno, tanto sobre la guardia nacional como la paz en México y el mundo. Pero a muchos no nos queda claro que, así nomás, vaya a servir en el futuro algo que nunca ha funcionado.
Parece que en la famosa mañanera se habla de anécdotas del pasado o de casi cualquier cosa, pero no tanto de la inseguridad ni de cifras no tan alegres a partir de ella. Y aún siguen en todo el país los espectáculos musicales en las plazas o ferias, entre la terrible corrupción y los ejemplos concretos de desgobierno.
A su vez, faltaba más, mi jefe nos asegura que los periódicos y otros medios inventan y confunden, mientras que en las mañaneras se nos deja ver que no vamos nada mal a pesar de los obstáculos que ponen quienes están en contra porque quieren regresar al poder. Pero a varios nos da la impresión de que “cuando todo es prioritario, nada es prioritario”, o sea, no solucionan con recursos y efectividad lo más importante, como es la inseguridad, o la salud, entre muchos temas que buscan abarcar.
Bien, hace rato emprendí de nuevo la caminata rumbo a mi casa después de usar varios transportes, pero en este caso es más temprano y todavía con luz de día, aunque las calles están casi tan solas como aquella vez, que les platiqué de los gritos y las carreras. Pues resulta que vuelvo a ver a la jovencita hoy, sin su abrigo café a diferencia de aquella ocasión. Y, ojo, ahora viene detrás de mí, no adelante.
Nuevamente pensé que a los dos nos convenía ir juntos aun a cierta distancia. Entonces volteé yendo más despacio porque no quería separarme, y ella hizo algo parecido a paso lento hasta que se detuvo… Yo me frené de golpe también, ella gritó y volví a asustarme. No tardó en salir corriendo en la dirección contraria a mí y a su casa.
¿Saben qué? Hoy tampoco entendí bien qué pasó o qué fue lo que ella pensó, pero unos vecinos se me quedaron viendo muy feo.