La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha emitido un preocupante informe que revela que aproximadamente 2,6 millones de personas mueren anualmente debido al consumo de alcohol en todo el mundo. Aunque se observa una ligera disminución en la tasa de mortalidad, la cifra sigue siendo alarmantemente alta.
Según el informe de la OMS, que aborda las estadísticas más recientes disponibles, las muertes relacionadas con el alcohol afectan desproporcionadamente a los varones, quienes representan casi tres cuartas partes de los fallecimientos registrados.
El consumo de alcohol se asocia directamente con una serie de graves problemas de salud, incluyendo enfermedades crónicas, problemas de salud mental y un número significativo de muertes que podrían prevenirse. En 2019, se registraron 474,000 muertes por enfermedades cardiovasculares y 401,000 por diversos tipos de cáncer atribuibles al consumo de alcohol. Además, se reportaron 724,000 fallecimientos debido a heridas, tanto por accidentes de tráfico como por automutilaciones.
Uno de los grupos más vulnerables son los jóvenes de entre 20 y 39 años. El consumo excesivo o adulterado de alcohol puede tener efectos devastadores en la salud, y no todas las muertes están relacionadas con accidentes. La dependencia del alcohol también aumenta la susceptibilidad a enfermedades infecciosas como la tuberculosis, el VIH y la neumonía.
El informe también destaca que en 2019 aproximadamente 209 millones de personas en todo el mundo sufrían dependencia del alcohol, lo que representa el 3.7% de la población mundial.
El consumo promedio diario entre los bebedores es de 27 gramos de alcohol, equivalente a dos vasos de vino. Además, un 38% de los bebedores admitió haber consumido alcohol en grandes cantidades al menos una o dos veces en el último mes. Entre los jóvenes de 15 a 19 años, un 23.5% se define como bebedor habitual, cifra que asciende al 45% en Europa y casi al 44% en los países de América.
Ante estos alarmantes datos, la OMS insta a mejorar el acceso a programas de tratamiento de calidad para la dependencia del alcohol. Vladimir Poznyak, jefe de la división de alcohol, drogas y conductas adictivas de la OMS, señaló que el estigma y la falta de información correcta sobre los tratamientos contribuyen a las brechas en el suministro de atención adecuada.
El informe concluye destacando la importancia de abordar este problema de salud pública a nivel global, subrayando que todos, de alguna manera, podríamos ser afectados por estas cifras preocupantes.
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