
Flanqueado por una multitud y vistiendo una camisa blanca con bordados huastecos, arribó al Centro de Convenciones de San Luis Potosí el candidato a la presidencia nacional de Morena, Mario Delgado. En el aire, además de un intenso olor a café y zacahuil, fruto del desayuno que se ofreció a los medios de comunicación, se respiraban también las tensiones, las diferencias y los egos de los presentes, sentimientos que por un rato hicieron rollito y se guardaron en la bolsa trasera del pantalón; la unidad tenía que brillar.
Como si fuera verdad, como si fueran amigos y no tuvieran intereses encontrados, los morenistas convergieron en torno a Mario Delgado. Es bien sabido que el súper delegado Gabino Morales tiene sus simpatizantes, que el senador Primo Dothé tiene los propios, que el dirigente estatal Sergio Serrano también se hizo de adeptos y que en todo el estado hay grupos que, lejos de abonar, terminan convirtiéndose en obstáculos para Morena.
Mario sostuvo una breve reunión con perfiles específicos, algunos vendieron el encuentro como si se tratara de una negociación con los aspirantes a la gubernatura; el alcalde de Valles, Adrián Esper, estuvo presente, de nuevo el senador Dothé, Toño Lorca que no podía perder la oportunidad de tomarse la foto, diputados federales, diputados locales…
En una rueda de prensa habló de su proyecto, de sus ganas de hacer de Morena un partido de amor y unidad, de fortalecer la Cuarta Transformación, de buscar los mejores perfiles para las próximas elecciones de San Luis Potosí. El tema Porfirio Muñoz Ledo estuvo presente, Mario lo manejó con cautela y certeza. Respondió todos los cuestionamientos.
Ante la militancia, Mario Delgado mostró músculo, el estar respaldado por los diferentes grupos de morenistas que hay en San Luis Potosí le daba confianza, todos coincidieron en verlo como el próximo presidente de Morena, como el perfil ideal para la encomienda, se olvidaron de las diferencias que han dividido al partido, de los pleitos estériles que han hecho de Morena una burla pese a tener amplias posibilidades de quedarse con la gubernatura en 2021.
El evento dejó buen sabor de boca entre los militantes; Mario Delgado logró la unidad, logró acuerdo y fortaleza. Dio cátedra de lo que debe ser Morena y de las virtudes que debe mantener si es que quiere ser un partido competitivo. Mario mostró de lo que es capaz y encendió las alarmas para los contrincantes políticos.
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