El cine fantástico, que tuvo sus raíces a finales del siglo XIX con pioneros como George Méliès, encontró su consagración como género cinematográfico con clásicos como «Blanca Nieves y los siete enanos» (1937). Sin embargo, fue «El Mago de Oz» (1939) de MGM la que marcó un hito definitivo, consolidándose como una obra maestra del cine y adentrándose en la fantasía de manera única.
La película, basada en la obra de L. Frank Baum, capturó la esencia del texto original y se convirtió en un fenómeno gracias a su ambiciosa producción y un elenco encabezado por la destacada actuación de Judy Garland como Dorothy Gale. La canción «Over the Rainbow» de Garland, clasificada por el American Film Institute como la mejor canción fílmica de todos los tiempos, contribuyó a la leyenda de la película.
A pesar de un rodaje con cambios de director, accidentes y desafíos técnicos, «El Mago de Oz» se elevó como una obra maestra, aprovechando su naturaleza fantástica para explorar símbolos y metáforas sobre la vida, el amor, la muerte y el renacimiento.
La película también adquirió interpretaciones simbólicas sobre la política, la inoperancia de los adultos en un mundo complejo y el ascenso del feminismo. Se la considera un reflejo de la bondad innata del ser humano y un símbolo para los homosexuales de la época, identificándose con personajes como el Espantapájaros y el León Cobarde.
A lo largo de los años, «El Mago de Oz» ha mantenido su brillo, convirtiéndose en un regreso a los años dorados de Hollywood y a un estado de pureza perdido. Aunque ha habido adaptaciones y secuelas, ninguna ha logrado arrebatarle su estatus de versión definitiva.