En medio de un sendero estrecho y agotador, donde las paredes de piedra resbaladiza apenas proporcionan puntos de apoyo, se encuentra uno de los tesoros arqueológicos más impresionantes del mundo: Machu Picchu, la «Montaña vieja».
Redescubierta por el profesor de Yale Hiram Burngham en 1911, esta ciudadela inca se alza majestuosa a casi 2.500 metros de altura en un paraje natural único, rodeada y protegida por imponentes montañas. Desde entonces, ha cautivado a turistas y expertos por igual con su historia y misterio.
Construida en el siglo XV por orden del líder inca Pachacútec, Machu Picchu fue un asentamiento civil y religioso que probablemente albergaba a la élite de la sociedad inca. A lo largo de los siglos, la ciudad experimentó despoblación y pérdida de relevancia tras la llegada de los españoles, pero su legado perdura hasta nuestros días.
Las leyendas y sobrenombres como «la ciudad perdida» han contribuido a aumentar su fama, pero su importancia trasciende lo mítico. Sus edificios y templos, alineados con eventos astronómicos, muestran la sofisticada comprensión de la astronomía de los incas.
La técnica de construcción inca, sin mortero y con piedras encajadas con precisión milimétrica, ha resistido el paso del tiempo y los terremotos, asombrando a ingenieros y arqueólogos modernos. Hoy, Machu Picchu es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y una de las Siete Nuevas Maravillas del Mundo. Aunque enfrenta desafíos como el turismo y la degradación ambiental, se están realizando esfuerzos para preservar este tesoro histórico para las generaciones futuras.