
En un movimiento que ha generado preocupación y tensión, la Guardia Nacional de Texas ha instalado una nueva cerca precedida por una barricada de alambres con navajas a lo largo de la frontera con México, específicamente en la zona más transitada por migrantes en el límite de Ciudad Juárez con El Paso. Esta nueva barrera, que abarca aproximadamente 10 kilómetros del largo, impide a los migrantes acampar en territorio estadounidense y los obliga a pernoctar en la periferia de Juárez, exponiéndolos a riesgos asociados con el crimen organizado.
La situación ha generado una serie de críticas y temores entre la comunidad migrante, quienes se sienten acorralados por estas medidas de seguridad. Liz, una migrante recién llegada de Panamá en busca de mejores oportunidades, expresó su incertidumbre ante esta situación: «No sé qué voy a hacer, pero sé que Dios va a abrir el camino. Dios es el único que nos va a abrir el camino, más nadie». Otro migrante, que prefirió mantenerse anónimo por temor a represalias, mostró su sorpresa al ver que las autoridades texanas estaban reforzando la infraestructura a pesar de un fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos que indicaba lo contrario.
Esta nueva medida de seguridad se suma a la tensión ya existente en la frontera, que se intensificó el año pasado con la colocación de una cerca de púas por parte del gobernador de Texas, Greg Abbott, la cual se ha mantenido a pesar de las disputas legales. La situación se agrava con el aumento del flujo migratorio en la región desde 2023 y en un contexto electoral tanto en Estados Unidos como en México.
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