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Las parejas felices tienen dos reglas de oro para sobrevivir una pelea

Lo cierto es que siempre uno creerá tener la razón, uno hará lo contrario a lo que el otro pidió… y bueno, incluso muchas guerras han empezado porque uno de los dos no tapó la pasta de dientes como se debía. ¡Y está bien! Lo que no está bien es que las peleas vayan de cero a 100 y que lo que empezó como una conversación termine casi en divorcio. Incluso para las peleas deben existir reglas, y de todas las que ustedes pueden llegar a poner, hay dos reglas de oro que las parejas felices aplican para que las peleas sean una dinámica de crecimiento y no de destrucción. ¿Quieres saber cuáles son? ¡Sigue leyendo!

PRIMERA REGLA: ACUERDEN LO QUE PARA USTEDES SIGNIFICA «PELEAR JUSTO» Y BAJEN LA NEGATIVIDAD

De acuerdo a la doctora Harriet Lerner en Psychology Today, lo primero que deben hacer (casi que al inicio de la relación) es aceptar que van a pelear, sentarse y poner algunas reglas para que cada discusión sea justa. Por ejemplo: no insultos, no traer cosas del pasado a la pelea, no dar en «puntos débiles» y todo lo que ustedes consideren que los lleve de cero a cien sin razón alguna. «En pareja, a veces actuamos como si la intensidad de nuestra ira nos diera licencia para decir cualquier cosa, porque estamos tan furiosos que no podemos controlar lo que sale de nuestra boca. Sin embargo, podemos ser mejores que eso». Así, si uno de los dos empieza con los golpes bajos, lo mejor es tratar de concentrarse en bajar la negatividad, o ponerle pausa a la discusión y retomar todo con la cabez más fría.

ESCUCHAR Y PERDONAR

Dos palabras que se dicen fácil pero pueden ser de lo más complejas, especialmente en pareja. En una discusión, comúnmente cuando uno está hablando, el otro no escucha sino que está pensando cómo va a contestar. ¡Gran falacia! No estás escuchando, sólo quieres reafirmar tu punto de vista. Lo ideal es que cuando tu pareja diga algo, escuches, los proceses y continúes la conversación; de nada sirve una discusión fluida si lo que se dice no viene desde un lugar amoroso. Y claro, no escuches «sólo lo que quieras escuchar». «Debido a que estamos preparados para defendernos, nuestro punto de ajuste automático durante una discusión es escuchar las inexactitudes, distorsiones y exageraciones que inevitablemente estarán allí. Escuchamos para poder corregir errores y presentar nuestro caso. En resumen, estamos escuchando lo que no estamos de acuerdo», dice la doctora.

Y claro, cuando llegue la hora de las disculpas, quizás decir «perdóname» no sea suficiente. Pero una disculpa bien elaborada viene con un plan sobre cómo vas a corregir eso. Por ejemplo «Perdóname, no fue mi intención. La siguiente vez, prometo hacerlo bien, y si bien no es a la primera, trataré de que se vuelva costumbre». Te regalamos esa disculpa, si eres de los que se ha peleado por dejar abierta la pasta de dientes… pero en casos más graves, tendrás que buscar en tu corazón y tu mente cómo arreglar las cosas con tu pareja, pero una disculpa buen hecha puede ayudarte.

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