¿Cansado del reflujo, dolores estomacales frecuentes, inflamación, gases y demás dificultades en tu digestión? En columnas anteriores hemos hablado de la somatización, la tendencia del cuerpo a expresar todo aquello que nosotros callamos, existen cientos de síntomas que se adjudican a la somatización, sin embargo, existe una fuerte tendencia por manifestar mayormente síntomas en el estómago, pero ¿a qué se debe esto?
Empecemos por ese enemigo silencioso al que todos los días nos enfrentamos: el estrés, en una vida tan rápida como la que vivimos en la actualidad, todos los días nos vemos expuestos al estrés, ya sea de la escuela, el trabajo e incluso en nuestras relaciones, todo el estrés acumulado a lo largo del día suele repercutir directamente en el estómago, creándonos reflujo o acidez, si no somos capaces de liberar ese estrés de alguna manera más saludable tendremos constantes problemas en el estómago.
No me dejaran mentir que cuando experimentamos una emoción fuerte la resentimos directamente en el estómago, por ejemplo, ante una preocupación o tristeza el hambre se va, cuando pasamos por mucho estrés o emociones negativas nos surge el reflujo, cuando estamos enamorados sentimos “mariposas en el estómago”, entre otros ejemplos, y es que mediante avanzamos en tecnología e investigación nos vamos dando cuenta de la estrecha conexión que hay entre nuestro cerebro y el estómago.
Miles de personas acuden a médicos y especialistas en busca de una razón orgánica a sus problemas estomacales, sin embargo, no es hasta que se descartan todo tipo de complicaciones, que contemplamos a las emociones y situaciones que hemos estado viviendo como una razón de nuestros síntomas.
Pocos saben que alrededor del 90% de la serotonina (neurotransmisor que regula nuestro estado de ánimo, sexualidad, apetito, etc) que produce nuestro cuerpo es generada en el intestino y se lleva a nuestro cerebro a través del nervio vago. Recordemos también que en nuestro estomago podemos encontrar células seonsoriales parecidas a las que hay en nuestro cerebro, brindándole cualidades como poder saborear, olfatear y hasta escuchar.
De igual manera podemos encontrar que muchas de las veces que nuestras decisiones se toman bajo la comanda de lo visceral, nos dejamos llevar por nuestras emociones que olvidamos filtrarlas por el túnel de la conciencia y la reflexión, y quizá todo esto se deba a la capacidad de nuestro estomago para “digerir” nuestras emociones.
Por esto, al igual que con otros malestares propios de la somatización es importante primero, descartar cualquier anomalía física que pudiera estar favoreciendo a la aparición de síntomas, si no encontramos algo que este causando esos síntomas podemos hacer un análisis de nuestras emociones y las situaciones que hemos vivido, ya que podríamos encontrar ahí la fuente del malestar.
Estefanía López Paulín
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