
Durante los periodos vacacionales, como Semana Santa, miles de trabajadores mexicanos buscan desconectarse del estrés diario. No obstante, la realidad muestra que muchos no logran alejarse completamente del trabajo, afectando su salud física y emocional.
De acuerdo con datos del estudio Work in Progress 2024, el 63% de los colaboradores en México sigue realizando tareas laborales durante sus días de descanso. Esta desconexión incompleta, motivada por una cultura de «siempre estar disponible», puede tener consecuencias severas en la salud.
Según la Mayo Clinic, la falta de vacaciones o descanso adecuado incrementa el riesgo de desarrollar enfermedades como obesidad, diabetes, problemas cardiovasculares, ansiedad, depresión y daños en los vasos sanguíneos. El estrés crónico, derivado de no desconectar del trabajo, debilita el sistema inmunológico, favoreciendo enfermedades físicas y mentales.
Tomar vacaciones no es solo un derecho laboral, sino una herramienta de autocuidado. Descansar permite al cuerpo y a la mente recuperarse de las exigencias cotidianas, reduciendo significativamente el agotamiento físico y emocional. Además, estudios revelan que quienes toman más días libres presentan niveles más altos de felicidad, motivación y concentración, elementos clave para una vida saludable y equilibrada.
El descanso también fortalece la salud mental, ya que permite compartir tiempo con seres queridos, romper con la rutina y despejar la mente. Estos factores contribuyen a reducir el riesgo de trastornos psicológicos, como el síndrome de burnout o la ansiedad laboral.
En México, la Ley Federal del Trabajo garantiza al menos 12 días de vacaciones al año, con una prima vacacional del 25%. Hacer uso de estos días no solo es un derecho, sino una inversión en bienestar.
Desconectarse del trabajo es, ante todo, un acto de salud.
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