Las lluvias han llegado y nuestro país no deja de sorprendernos con su gran riqueza gastronómica pues encontramos platos que se preparan con insumos de temporada. Tal es el caso de las Chicatanas que son hormigas voladoras que aparecen después de las primeras lloviznas en montes y valles. Son de un color rojizo, forma alargada y con alto contenido en proteínas.
Estas formaban parte de la dieta prehispánica que por supuesto se conserva hasta nuestros días en preparación de salsas, tamales, moles o como botana. Existen también subespecies que se conocen desde el sur de Estados Unidos hasta el norte de Argentina.
Uno de los estados donde son mayormente consumidas es Oaxaca, son recolectadas por la gente de poblaciones y comunidades rurales. La recolección se hace con el debido cuidado tomándolas de las alas para evitar mordeduras; las reservan en un recipiente y son llevadas vivas a un comal caliente con leña para tostarlas y posteriormente molerlas en el molcajete con los demás ingredientes, lo que dará como resultado una rica salsa. También pueden servirse en tacos, sopes o hasta tlayudas.
Puebla, al igual que Oaxaca, se caracteriza por sus moles, y en Pahuatlán, un pueblo mágico ubicado al noroeste de Puebla se prepara el mole más caro de todo el país o más bien del mundo, eso dicen los expertos, pues las Chicatanas son el ingrediente gourmet para darle un sabor único. En este lugar las llaman Chícales y una de las expertas en preparar este delicioso mole es Gema Sánchez, una cocinera tradicional que desde pequeña ayudaba a su madre en la cocina. A diferencia de Oaxaca, aquí solo atrapan a las Chicatanas voladoras y por la noche porque según las que quedan en el suelo, no sirven de alimento. A estas las llaman papalotas. Aunque es un plato que se reserva para ocasiones especiales, hay quienes se dan el gusto de comerlo en un día cualquiera.
Según el paladar de la gente, estos insectos tienen un sabor similar a las avellanas o almendras y cabe resaltar que las alas y la cabeza no son tomadas en cuenta para cocinarlas, muy pocas personas en realidad aprovechan todo. Por estar disponibles estos insectos una vez al año, su precio se encarece y dependiendo de la región oscila entre los mil doscientos a mil ochocientos pesos el kilo.
¡A probarlas se ha dicho!